Programa

Economía Política CNBA - Propuesta Ricardo Romero

Presentación

El curso está estructurado para el calendario académico del Colegio y en base a los contenidos mínimos del Plan de Estudios, que se compone de tres partes y seis unidades.

El abordaje de la materia se realiza bajos dos ejes generales. En primer lugar: se exponen las diferentes corrientes teóricas del pensamiento económico, delimitando el campo de “lo económico” y la forma de abordaje del mismo, realizado por parte de la Economía Política y la Economía. Incluyendo algunas visiones de economistas argentinos. A la vez, los conceptos elaborados por las distintas escuelas se estudiaran directamente desde las fuentes bibliográficas, se analizarán su aplicación práctica tanto en su contexto histórico y como en la actualidad.


En segundo lugar, se profundizan los conocimientos aportados por el instrumental teórico y técnico desarrollados por la macroeconomía y la microeconomía. A su vez, se delimitan los mecanismos de Políticas Económicas en materia fiscal, monetaria y de comercio internacional. Se indaga sobre la formación de la economía moderna en general y la evolución de la historia económica argentina en particular. Se busca desplegar los conocimientos adquiridos, en la búsqueda de un análisis crítico al desarrollo económico actual y la viabilidad, o no, de políticas económicas alternativas.

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Plan de Trabajo

Propuesta Ricardo Romero

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Multimedial

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martes, 27 de diciembre de 2016

Los escuelas en su versión Neo

Los escuelas en su versión Neo


Las reflexiones económicas actuales se nutren de las tres grandes corrientes de pensamiento económico (el marxismo, el liberalismo y el keynesianismo), todas ellas con reconsideraciones por la que podríamos considerarlas neo (nuevas).

Tras la crisis del treinta, se produce el auge de las políticas keynesianas y el repliegue de las ideas liberales. La efectividad de la expansión monetaria y fiscal en la generación del crecimiento, generaron la legitimidad de los gobiernos que daban un rol activo al Estado. Sin embargo, la tendencia de caída de productividad irían provocando un cambio en los efectos de la política económica, donde la inflación se mostraría como expresión de una emisión monetaria sin reacción de la producción.

Esta tendencia daría aire al resurgir de un pensamiento que estaba recluido a conferencias magistrales de Von Hayek o a los planteos económicos de Milton Friedman, quien desde su cátedra de economía en la Universidad de Chicago formularía las principales ideas de lo que también se conoce como monetarismo. Con una obra extensa, que lo hizo meritorio del Premio Nobel en 1976, colocará como centro de la crítica la política monetaria como efecto del proceso inflacionario.

Las ideas de Friedman se extenderían en los países capitalistas a partir del “Consenso de Washington”, que además de centrar la política económica en la restricción monetaria, se tenía un correlato en promover privatizaciones, desregulación financiera, apertura comercial y flexibilidad laboral. En el centro mundial serían Ronald Reagan en Estados Unidos; Margaret Thatcher en el Reuno Unido; y Helmut Kohl en Alemania, quienes implementaran esos ejes; en tanto que en América Latina tendrá exponentes como Carlos Menem en Argentina; Alberto Fujimori en Perú; o Fernando Henrique Cardoso en Brasil.  Si bien las economías encontraron una fase expansiva de crecimiento, tuvieron una tendencia regresiva en términos de distribución de ingresos y crecimiento del desempleo.
Desde la perspectiva marxista, que había quedado relegada de los ámbitos académicos de la economía, desde un enfoque interdisciplinario, tomaría cuerpo una escuela que centraba su crítica en cómo el modo de producción capitalista regula el proceso de acumulación. Desde su primer exponente, Michel Aglietta, esta corriente neomarxista construye una tipología en el cual analiza los diferentes “regímenes de acumulación” que adopta las fases expansivas del capitalismo, entendiendo que estamos en un momento de cambio de régimen a partir de la crisis del petróleo de 1973.

Tras la crisis de 2008, que afectó principalmente a Estados Unidos y se extendió al resto del mundo, la respuesta de los países centrales parecen no salirse de los cánones marcados por la visión keynesiana, como en norteamerica, o neoliberal, como en la Unión Europea. Serían los países latinoamericanos los que innovarían con una visión económica centrada en recuperar estrategias de desarrollo abiertas durante los años 60.

La crisis del treinta, que llevaron a los países latinoamericanos a desplegar políticas de industrialización por sustitución de importaciones, dejaron como marco para retomar esa estrategia luego de la crisis argentina de 2001, esta vez financiadas con un escenario de precios internacionales altos de los bienes importables.

El principal exponente sería el economista argentino Aldo Ferrer, que sostiene que el desarrollo se producirá centralmente por los recursos propios de una nación. En tal sentido, impulsa políticas que reorienten el capital acumulado de la inserción internacional a inversiones de desarrollo. Sus ideas tomaron cuerpo durante la primera década del milenio en América Latina.

Bibliografía base

·         Aglietta, Michele, Regulación y crisis del capitalismo. La experiencia de los Estados Unidos, Siglo XXI, edic. México, 1979.
·         Beyer, Harald, “Selección de Escritos Políticos y Económicos de Milton Friedman”, Estudios Públicos, 60 (primavera), pp. 431-484.
·        Ferrer, Aldo, Vivir con lo nuestro, FCE, 2012.

martes, 11 de octubre de 2016

Pensamiento Económico Latinoamericano. Aportes de autores argentinos

Pensamiento Económico Latinoamericano. Aportes de autores argentinos
Ricardo Romero[1]
Palabras clave: Pensamiento, Económico, Argentino

Nos proponemos en la ponencia recuperar aportes realizados por autores argentinos al pensamiento económico latinoamericano. Generalmente, las exposiciones centran su abordaje desde una comprensión eurocéntrica, que van desde la tradición greco-romana y especialmente los desarrollos modernos de las escuelas clásicas, neoclásicas y modernas.
Consideramos que diferentes intelectuales argentinos pueden ser recuperados e incorporados en el desarrollo del pensamiento económico, mundial y latinoamericano, desde los inicios mismos de la nación hasta la actualidad.
Es así, que se podemos traer a la actualidad a quien es considerado el primer economista argentino, Manuel Belgrano, que desde su cargo en el consulado va a reflexionar sobre su realidad y ampliar su formación recibida en Salamanca con proyecciones teóricas, como su visión del valor, como de propuestas de políticas de desarrollo, en lo que refiere a acciones para formación de la nueva nación. Desde ese punto de partida, nos proponemos sumar los aportes realizados por Silvio Gessell, Alejandro Bunje, Raúl Prebisch, Julio Olivera y Aldo Ferrer.
La lista no pretende excluir a otros pensadores o intelectuales, sino que es una selección devenida a reflexiones sobre problemas de desarrollo actual que atraviesan los países latinoamericanos en general y Argentina en particular, a fin de observar sus aportes en las políticas económicas actuales.
En tal sentido, esperamos con la ponencia, sumarnos al llamado de aportes del pensamiento económico latinoamericano para propiciar el desarrollo sustentable de nuestras naciones, en momentos en que se dirimen proyectos económicos orientados a la inclusión y a la integración de los pueblos del continente frente a otros centrados en el libre comercio y a la apertura y condicionamiento de los imperios centrales.
Como estrategia de abordaje, se realizará una contextualización histórica de los intelectuales mencionados y se describirán los principales aportes conceptuales de los mismos.

Manuel Belgrano 1770-1820
Este autor argentino escribe en plena transición del mundo medieval al capitalismo industrial. Si bien Manuel Belgrano es relacionado con el pensamiento fisiócrata, por su paso en la Universidad de Salamanca y la traducción que realizó de las obras del francés Quesnay, “Máximas generales del gobierno económico de un reino agricultor” y “Principios de la Ciencia Económico-Política”, ideas que aportaban la visión macroeconómicas de la “Tabla Económica” que describía la producción y circulación de la riqueza entre las distintas clases sociales.
Sin embargo, en las ideas de Belgrano se combina la propuesta de estímulo de la agricultura junto a la industria y la protección del comercio, en sus palabras: “Fomentar la agricultura, animar la industria, y proteger el comercio, son los tres importantes objetos que debe ocupar la atención y cuidado de V.S.S. […]. Son  las tres fuentes universales de la riqueza” (Memorias del Real Consultado de Buenos Aires, 15/6/1796). Belgrano denominada “artes” a la industria y la relación con la agricultura la describe cuando dice “La agricultura es el verdadero destino del hombre […]. Todo depende y resulta del cultivo de las tierras; sin él, no hay materias primas para las artes, por consiguiente la industria que no tiene como ejercitarse, no puede proporcionar materias primas para que el comercio se ejecute. Cualquiera otra riqueza que exista en un Estado agricultor, será una riqueza precaria” (Memorias del Real Consultado de Buenos Aires, 15/6/1796).
Sin embargo, en lo que respecta a la teoría del Valor, pese a haberse formado en la escuela liberal smithiana, Belgrano no diferencia valor de uso y valor de cambio como lo hace dicha visión clásica. Más bien se acerca a la visión subjetiva de escuela neoclásica que tendrá vigencia a finales de siglo, cuando centra la definición del valor en relación al precio. En su artículo del Correo de Comercio, Nº 27 del 1/9/1870 sostiene: “Ninguna cosa tiene valor real, ni efectivo en sí mismo, sólo tiene el que nosotros le queremos dar; y éste se liga precisamente a la necesidad que tengamos de ella, a los medios de satisfacer esta inclinación; a los deseos de lograrla y a su escases y abundancia;…”
Además, si bien se lo acusa de liberal, tiene una visión proteccionista respecto del comercio. Sostiene “Las restricciones que el interés político trae al comercio no pueden llamarse dañinas. Esta libertad tan continuamente citada, y tan raramente entendida, consiste sólo en hacer fácil el comercio que permite el interés general de la sociedad bien entendida. Lo demás es una licencia destructiva del mismo comercio”. (Belgrano, 1963, p. 223)

Silvio Gesell 1862-1930
Si bien Silvio Gesell nación en St. Vith, región de Malmedy, ubicada en la convergencia de Bélgica, Luxemburgo y Prusia en 1962, hacia 1885 se radica Buenos Aires hasta 1930. Sería aquí donde Gesell centraría su interés en el estudio de la crisis financiera que padeció la economía argentina en 1890, sería con John M. Keynes que en su “Teoría general de la ocupación, el interés y el Dinero” de 1936 lo citaría explícitamente “Es conveniente citar aquí al raro e indebidamente olvidado profeta Silvio Gesell (1862-1930), cuyo trabajo contiene destellos de profunda perspicacia y estuvo al borde de captar la esencia del asunto. En la posguerra sus devotos me bombardearon con copias de sus trabajos... (en ellos ) no logré en absoluto descubrir sus méritos... su importancia no se me aclaró hasta que yo hubiese llegado a formular mis propias conclusiones a mi manera. Entretanto, como otros economistas académicos, juzgué sus esfuerzos profundamente originales...” (Keynes, op. cit., p. 312).
Cabe destacar que Gesell formó parte del efímero gabinete soviético de Baviera como Ministro de Hacienda en 1919 en el marco de la firma del Tratado de Versailles con un contexto de crisis económica profunda. Sus ideas ideas se difundieron velozmente hasta generar un movimiento doctrinario que realizó un encuentro en Basilea en 1923 y que valió el reconocimiento del economista norteamericano Irving Fisher, como sostiene Keynes, quien rescata como obra principal “El orden económico natural por libre tierra y libre moneda”. Según Keynes: “...Gesell... distingue claramente entre tasa de interés y eficiencia marginal del capital.” Y amplía Keynes: “Luego indica, dice Keynes, que la tasa de interés es un fenómeno puramente monetario y que la peculiaridad del dinero, del cual emana la importancia de la tasa monetaria de interés, reside en el hecho de que su propiedad como medio de atesorar riqueza, impone a quien lo tiene gastos de conservación despreciables...” “...y que formas de riqueza tales como la existencia de bienes... no tienen dichos gastos de conservación.” (Keynes, p. 314).
Y resulta relevante el siguiente rescate que realiza Keynes de Gesell: “La estabilidad de la tasa de interés a través de los tiempos... es prueba de que la tasa de interés no depende de caracteres puramente físicos como el capital... sino que depende de caracteres psicológicos constantes...” “...en tanto que... la curva de la eficiencia marginal del capital no ha fijado la tasa de interés y... ha acrecentado las existencias de capital real (cosas).” (Keynes, p. 314).
Las ideas de Gesell permitieron incentivar la visión keynesiana que atacaba el capital de interés, que en expresada por Keynes buscaría que “el crecimiento del capital real (físico no monetario) está refrenado por la tasa de interés.” “Si se eliminara este freno el crecimiento del capital real (físico no monetario) sería en el mundo moderno tan rápido que probablemente se justificaría una tasa igual a cero.” (Keynes, p. 315).
A tal fin, Gesell buscaba reducir la tasa monetaria de interés con la propuesta de genera un dinero que incurra en costos de conservación, del mismo modo que bienes infecundos, dejando como propuesta más acabada la emisión de billetes sellados a plazo, donde “El costo de estas estampillas podría fijarse... en función al excedente de la tasa monetaria de interés (fuera de las estampillas) sobre la eficiencia marginal del capital... en una ocupación plena.”

Alejandro Bunje 1880-1943
En plena crisis del modelo agroexportador, ante las secuelas de la Primera Guerra Mundial y la debacle de Gran Bretaña, sería el Ingeniero Bungue quien cuestionaría las ideas de su generación en los años veinte, especialmente al establishment librecambista, con  propuestas industrialistas y proteccionistas, a través de sus artículos publicados en la Revista de Economía Argentina, que la fundó en 1918 y la dirigió hasta su muertes en 1943, llegando a existir hasta 1952.
Criticaba la visión de hipotecar el desarrollo nacional por una ventaja inmediata y sostenía la necesidad de una reorientación que requería de la intervención del Estado para trascender el desarrollo agropecuario intensivo y avanzar hacia una industrialización, orientada en materias primas primero y luego hacia una diversificación. (Llach, 2004).
A su vez, Bunge es pionero en proponer la necesidad de una “Unión Aduanera del Sur” como búsqueda de autonomía y poder de los países sudamericanos a través de una unidad económica que contrarreste posibles creaciones de uniones en Europa, propuesta por el gobierno alemán en 1926, o una articulación norteamericana.
En palabras de Bunge, la integración consistiría en “una unión aduanera de la Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay. Se uniformarías las tarifas aduaneras de acuerdo con los derechos más altos en cualquiera de esos países para cada artículo, y las modificaciones futuras se adoptarías por una comisión permanente” (Bunge, 1940, p. 279).
Con un artículo en La Nación del 21 de octubre de 1926, Bunge sostenía que esta política estaba destinada a promover una política progresiva hacia la “Unión Económica Europea”, sostiene: “En ningún caso le cuadraría el título de Unión Económica Internacional...y representa el resurgimiento de viejas ideas imperiales, en particular de los pueblos de habla alemana... trataríase, a mi juicio, de preparar el camino a un “Zollverein” europeo...La desventaja de las grandes potencias europeas (en particular de Alemania) y el cuadro de contraste–frente al grado de prosperidad y expansión industrial alcanzado por los Estados Unidos - las ha movido a considerar su situación similar como un problema común.” (La Nación, 21/10/1926).
Estas ideas son reimpulsadas por Alejandro Bunge en la edición de su clásico libro “Una nueva Argentina” de 1940, donde reactualiza la propuesta con bases estadísticas que llegan hasta 1938 con proyecciones de lo que implicaría una unidad sudamericana en términos de producción, mercado, transportes y libre circulación. En esta oportunidad, suma a la propuesta a Brasil como un socio más.

Raúl Prebisch 1901-1986
Con la superación del modelo agroexportador y el proceso de industrialización en Argentina y América Latina, el pensamiento de Raúl Prebisch se instaló en agenda en los países como estrategia de desarrollo, apoyado en su rol estratégico como secretario general de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) que impulsó, a través de la Revista que dirigió, reflexiones y estrategias de fortalecimiento de políticas de promoción industrial para la producción de bienes y servicios provistos en el mercado internacional.
Contrario a las visiones librecambistas que focalizaban el desarrollo en la inserción a la división internacional del trabajo, junto a Hans Singer formuló la “Teoría de la Dependencia”, sosteniendo que las empresas coloniales y el comercio internacional condicionan el desarrollo económico de los países latinoamericanos, al orientar las exportaciones a sus tendencias expansivas, provocando un crecimiento desequilibrado, donde los países del tercer mundo caen en estado de “dependencia” de la demanda de materias primas y oferta de manufacturas del primer mundo, generando una relación de “centro-periferia”.
En tal sentido, los países latinoamericanos se ven perjudicados durante la crisis del treinta por la pérdida de lo que Prebisch denominó “Términos de Intercambio”, sencillamente expresado en la caída de precios de las materias primas y suba de los bienes y servicios manufacturados. Pero la importancia de Prebisch reside en sostener que esto no era un efecto coyuntural sino una tendencia estructural de la relación de dependencia (Prebisch, 1981).
Así, la preocupación por la industrialización en América Latina pasa a ser centro de su preocupación y se expresa durante los años sesenta en sus escritos: Nueva política comercial para el desarrollo (1964), La industrialización y la necesidad de exportar manufacturas (1964), Hacia una dinámica del desarrollo latinoamericano (1964).
Julio Olivera 1929-2016
Promotor de la carrera de economía política en la Universidad de Buenos Aires en 1958, estuvo a cargo de la materia “Dinero, Crédito y Bancos” que fue centro de reflexión sobre las tendencias inflacionarias en los países latinoamericanos, llegando a formular un modelo no monetario de inflación en 1964. A su vez, con su trabajo de 1967, “Money prices and fiscal flags” establecía una relación de deterioro en la recaudación tributaria por efecto inflacionario, eje que fue profundizado diez años después por el italiano Vito Tanzi. El deterioro se produce por el desfasaje del “precio del gasto” con el valor real del “impuesto percibido efectivamente”, punto que debe ser considerado en una estabilización monetaria.
Su principal legado fue pensar estructuralmente el problema de la inflación y críticamente la noción de crecimiento. Ideas que permiten salir del manual neoclásico, que centra el problema en la emisión monetaria, para comprender los problemas estructurales de inflación que tiene Argentina en su relación con la economía internacional. En tal sentido, es necesario entender que un país exportador de alimentos al retirar las retenciones trasladará los precios del mercado mundial al interno, provocando inflación, sencillamente porque el productor prefiere vender al exterior en dólares antes que aquí en pesos.
Siguiendo el manual, alguien podría reducir esto a una inflación de costos, sin embargo, hay que observar la oligopolización que presenta la economía argentina, donde diez empresas junto a cuatro cadenas de distribución pueden trasladar estos precios y/o pueden decidir desabastecer el mercado local para sustanciar ganancias en dólares. Esto afecta a trabajadores, principales demandantes de alimentos, quienes pierden poder adquisitivo y se empobrecen, porque consumen menos, a costa de empresarios que ganan más, en tanto no logren compensar la caída salarial en paritarias. La redistribución regresiva del ingreso es un efecto inmediato de la suba de precios de alimentos que se consolida en largo plazo si no se compensan los sueldos.
A su vez, en plena crisis de 2001 como parte del Plan Fenix de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, Julio Olivera sostuvo: “lo que está en debate no es una postura ideológica –estatismo contra liberalismo, planificación central versus economía de mercado- sino una cuestión científica susceptible de ser tratada objetivamente. Su análisis contribuirá a la dilucidación de la realidad económica argentina y de las posibles opciones a las políticas económicas convencionales”. Como planteo crítico a las teorías cuando dijo: “coinciden, aunque por distintas razones, el estructuralismo y el monetarismo. En virtud de la denominada “ecuación del cambio”, sobre la cual se basa la teoría monetaria de la inflación, dado el incremento de la oferta monetaria y de la velocidad de circulación del dinero, cualquier disminución de la tasa de crecimiento económico determina un ascenso, nunca una disminución, del ritmo de aumento de los precios”.
A su vez, abordaba críticamente el concepto de crecimiento, al sostener: «Aunque ordinariamente se utilizan de modo indistinto las expresiones "crecimiento", "desarrollo", "progreso" y "evolución económica", trátase en realidad de fenómenos diferentes, que deben deslindarse con la mayor precisión posible. Proponemos, con tal objeto, el siguiente criterio de distinción: 1) crecimiento económico es la expansión del producto social como función del tiempo; 2) desarrollo económico, el aumento de la razón del producto social actual al producto social potencial, ambos como función del tiempo; a su vez el producto social potencial, puede definirse de varias maneras; 3) progreso económico, el aumento en el grado de satisfacción de las necesidades sociales; 4) evolución económica, el proceso de cambio cualitativo en la organización económica de la sociedad. Un país puede crecer sin desarrollarse, crecer y desarrollarse sin progresar; crecer, desarrollarse y progresar sin experimentar cambios de estructura, es decir evolución”.

Aldo Ferrer 1927-216
El problema del crecimiento también formó parte de la preocupación de Aldo Ferrer. En su tesis doctoral abordó la problemática y sus conclusiones formarán parte del libro “El Estado y el desarrollo económico”. Allí construye una visión que centra la comprensión del crecimiento económico en los países latinoamericanos bajo la “necesidad de un cuerpo sistemática de doctrina para interpretar y trazar normas para la acción gubernamental en la economía, ni la política económica de los distintos países ha tenido sentido claro ni propósitos muy definidos” (Ferrer, 1956, p. 7).
Como contrapunto de una visión clásica, en las economías latinoamericanas el capital privado no puede ser el agente dinámico esencial del progreso económico. En sus palabras: “El desarrollo de las economías atrasadas exige un intenso esfuerzo colectivo de estímulo y organización de las capacidades productivas, que dada la debilidad de la empresa privada, sólo puede ser puesto en marcha por el Estado. Por otra parte y aunque parezca paradójico, el fortalecimiento de la empresa privada y su aporte efectivo al progreso económico y social depende de que el Estado cree las condiciones básicas que lo permitan” (Ferrer, 1956, p. 8-9). Así, el pensamiento de Ferrer aportó en la expansión del pensamiento desarrollista de los años sesenta.
Sin embargo, a la visión industrialista del cepalismo, Ferrer sostendrá la necesidad de un crecimiento “integrado”. Comprendía que la insuficiencia del desarrollo de industrias dinámicas lo que tendía al desequilibrio y provocaban el estrangulamiento externo y un correlato inflacionario y complicaciones financieras. En tal sentido, sostenía Ferrer: “Ahora sabemos además que para sentar las bases de un desarrollo sostenido no basta con una industrialización concentrada en las manufacturas pasivas o impulsadas, como postulaba la CEPAL inicialmente. (…) el pobre desarrollo de las ramas dinámicas la economía nacional se estancó en el largo plazo y "no será posible quebrar el estancamiento sin un esfuerzo vigoroso de expansión de las dinámicas y de integración de la estructura económica" (Ferrer, 1964).
A su vez, Ferrer avanza a la idea de un modelo de crecimiento “integrado y abierto” que proponía superar la lógica sustitutiva de la industrialización por una consolidación de las capacidades exportadoras de la industria. Consideraba que el desarrollismo encontraba su límite en el mercado internismo por la diferencia de crecimiento del sector industrial respecto al sector exportador (preponderantemente primario), lo que provocaba el estrangulamiento por falta de divisas que, en palabras de Ferrer,  "obstaculiza la acumulación de capital, particularmente en los sectores básicos de infraestructura, debido a la dificultad de importar maquinaria y equipos de exterior", y que "provoca un creciente nivel de endeudamiento con el exterior que gravita severamente sobre el balance de pagos"  (Ferrer, 1970).
Con el regreso del neoliberalismo en los años noventa, Ferrer se convirtió en uno de los más activos críticos de la globalización y sus efectos negativos sobre los países periféricos. También miembro del “Plan Fenix” sostuvo que la mejor opción para las economías latinoamericanas era orientarse a vivir con lo que tienen y consolidar su base de desarrollo.
A manera de conclusión
Realizado un breve recorrido por conceptos aportados desde el pensamiento económico argentino, se reafirma la pretensión de no acotar la problemática a los autores citados o a las temáticas abordadas, sino, por el contrario, se busca establecer un punto de partida a la necesaria recuperación de las reflexiones autóctonas y el llamado de comprensión a fenómenos propios de países latinoamericanos.
Se pretende incentivar al estudio e investigación de visiones que problematizan la situación de crecimiento económico de los países latinoamericanos, centrando en comprender sus condicionamientos propios y las salidas adecuadas que responden a situaciones y características exclusivas y que no pueden ser abordadas por recetas pensadas para condicionamientos de países centrales.
Por eso, consideramos el comienzo de un trabajo que debe abocarse a pensar la realidad argentina y latinoamericana para poder generar políticas propias que nos permitan salir del constante regreso de recetas que nos llevan al fracaso. Con ese horizonte nos encontraremos en próximos trabajos.  
 Ciudad de Buenos Aires, primavera 2016

Bibliografía
·         Belgrano, Manuel. (1963) Escritos Económicos. Buenos Aires, Circulo Militar.
·         Bunje Alejandro, Una nueva Argentina, Bs. As., 1940.
·         Ferrer, Aldo, El estado y el desarrollo económico, Raigal, 1956.
·         Ferrer Aldo, "Industrialización y desarrollo", Pregón, 28 de junio de 1964.
·         Ferrer Aldo, "Desarrollo de las industrias básicas y la sustitución de importaciones" en Mario Brodersohn,Estrategias de industrialización para la Argentina, Buenos Aires, Editorial del Instituto, 1970. 
·         Gesell, Silvio. “El Orden Económico Natural por Libretierra y Libremoneda” - Tomo I “El dinero tal cual es” y Tomo II “El dinero como debe y puede y ser” “La teoría libremonetaria de interés”, traducción castellana de la 7ª edición alemana, editados por Ernesto Fridolim Gesell (hijo de Silvio Gesell) en Buenos Aires, 1936.
·         Keynes, Jhon M. Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero – Edición del Fondo de Cultura Económica – México 1974.
·         Llach, J.J., “Alejandro Bunge, la Revista de Economía Argentina y los orígenes del estancamiento económico argentino”, Valores, (59), mayo 2004.
·         Olivera, Julio HG, “Money prices and fiscal flags”, 1967.
·         Olivera Julio HG,  en “El Trimestre Económico”, Vol. XXVI (3), No. 103, México, 1959.
·         Prebisch, Raúl,Capitalismo Periférico: crisis y transformación, FCE, México, 1981.





[1] Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini –ESCCP / Colegio Nacional de Buenos Aires-CNBA / Universidad de Ciencias Sociales y Empresariales –UCES politologoromero@gmail.com www.ricardoromero.com.ar

miércoles, 14 de septiembre de 2016

Industrialización por Sustitución de Importaciones

Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI)

Periodo de tiempo
1930-1970

Características
El período de tiempo que se circunscribe bajo este modelo es muy extenso y diverso pero tiene como principal generalidad una orientación del crecimiento económico asentado en el fortalecimiento y desarrollo tanto del mercado interno como de la industria nacional.
El inicio del modelo ISI se fija tras la crisis económica global que se produjo en 1929 a partir de la crisis de sobreproducción de la economía norteamericana que afectó a todo el mundo capitalista. Sus principales efectos fueron una severa deflación, restricciones monetarias, baja de precios y salarios, desocupación y retroceso de la actividad económica. Este acontecimiento no sólo tuvo profundos impactos socioeconómicos sino que también activó debates en torno a los proyectos de desarrollo viables y preferibles. Frente a los fracasos de las medidas liberales tradicionales comenzaron a ensayarse políticas económico-sociales de nuevo cuño que otorgaron más protagonismo al Estado a partir de políticas activas que impulsaban un crecimiento de la demanda, de las cuales el pensamiento keynesiano y el modelo del “New Deal” norteamericano durante la presidencia de F. D. Roosevelt (1933-1945) fueron sus ejemplos más acabados.
La recuperación económica que se dio en la posguerra a partir de estas nuevas políticas intensificaron la transición hacia la hegemonía global norteamericana que se consolidó a partir de la Segunda Guerra Mundial. Tras el conflicto, Estados Unidos era la única economía central que no había sufrido mayores impactos en su infraestructura al contrario de los países europeos que habían sufrido la devastación de la guerra. Esta nueva situación se institucionalizó a partir de dos caminos. Por un lado, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods se creó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento que cristalizaron la transición monetario global del antiguo patrón oro al dólar. Por el otro, el Plan Marshall iniciado en 1948 consistió en la concesión por parte de EE.UU. de cuantiosas ayudas económicas a los países afectados por la guerra como una estrategia para detener el avance de los proyectos comunistas que también habían salido victoriosos de la Guerra aunque mucho más afectados social y económicamente. Además, la hegemonía norteamericana no sólo se expresó en estos niveles estatales sino también en una creciente extensión de las pautas de consumo norteamericanas devenidas en modelo de desarrollo.[1] 
En el caso de Argentina, el “crack” del 29 dejó en evidencia, una vez más, la vulnerabilidad externa del país frente a la caída de los precios de los productos primarios, la contracción del comercio mundial y la retracción del flujo de capitales desde los países centrales (principalmente EE.UU.). A diferencia de lo ocurrido con otras crisis, se desarrollaron, con diversos niveles de planificación, otras medidas económicas que llevaron al fortalecimiento del mercado interno y la industria nacional. Dentro de lo del período ISI pueden reconocerse al menos tres etapas:
-       Primera etapa: la misma se inicia con la  crisis del Modelo Agroexportador e incluye los primeros intentos de industrialización y políticas proteccionistas que tuvieron lugar entre 1930 y 1943/45. Frente al escenario crítico de la década de 1930 aparecieron instancias de regulación estatal de diversos sectores económicos entre los que se destacaron la Junta Nacional de Carnes y la de Granos que fijaban precios mínimos, cuotas de producción, etc. Además se desarrollaron y fortalecieron las primeras empresas estatales y se expandieron las industrias nacionales enfocadas a los bienes básicos de consumo (alimentos y textiles), la industria metalúrgica liviana y aquellas que utilizaban insumos locales. Subsidiaria de una época crítica, esta industrialización tuvo como problema el retraso relativo de la tecnología utilizada plasmado en la antigüedad de las maquinarias lo cual impactó en los niveles de productividad.
En términos políticos, el período estuvo casi completamente hegemonizado por gobiernos de corte conservador que se sucedieron a lo largo de la década de 1930. La práctica del fraude, los períodos de proscripción de la Unión Cívica Radical y los resonantes casos de corrupción le otorgaron a ese lapso el mote de la “Década infame”. En paralelo a este escenario político restringido, el proceso de urbanización producto de las migraciones internas y la extensión de diversas corrientes ideológicas obreristas permitieron el fortalecimiento del movimiento obrero.
-       Segunda etapa: este período comprende los años de ascenso y consolidación del peronismo y va desde 1945 a 1955. En términos económicos podemos afirmar que se trató de un modelo ISI asentado en la planificación estatal, en donde el fortalecimiento y la extensión de la industria nacional se convierte en política de Estado. Este hecho se evidenció en la formalización de la planificación de la economía través de los planes quinquenales que se extendieron entre 1947-1951 y el que hubiese tenido lugar entre 1952 y 1957 pero fue interrumpido por el derrocamiento de Perón en 1955. En términos generales, el Estado asumió un papel más activo en la intervención de la economía y en el impulso de la demanda a partir de la creación y el fortalecimiento de empresas públicas (por ejemplo Gas del Estado, Flota Mercante Argentina) y la mejora del consumo de los sectores populares a partir de un aumento del salario real, de las prestaciones sociales del Estado y de la legislación laboral.
En términos políticos, el acontecimiento más marcado es la aparición del peronismo en el esquema partidario de Argentina. En 1943 un golpe militar derrocó a Ramón Castillo finalizando con la sucesión de gobiernos conservadores. A partir de ese año en el gobierno militar comienza a tomar cada vez más relevancia la figura de Juan Domingo Perón que desde diversos puestos públicos, entre los que se destaca la Secretaría de Trabajo y Previsión, llevó adelante medidas que impulsaron la mejora de los salarios; la extensión de los convenios colectivos de trabajo; el establecimiento de salarios mínimos, indemnizaciones por accidente y, aguinaldo; la extensión del sistema jubilatorio; la regulación de la condiciones de trabajo sectoriales como en el caso del Estatuto del Peón, etc. Este tipo de medidas le permitió alcanzar una importante popularidad entre los sectores trabajadores que se sumaba a la creciente influencia en los sectores sindicales basado en una combinación de negociación y alianza con algunas tendencias e intervención y debilitamiento de otras.
En términos sociales, la extensión de los sectores populares urbanos tuvo su apogeo a partir de las migraciones internas desde el interior de la provincia de Buenos Aires, el Noroeste y Noreste del país al Gran Buenos Aires atraídos por las posibilidades de empleo y las mejores condiciones de vida.
En junio de 1946 Perón asume la presidencia tras el triunfo electoral dando inicio a su primer mandato. En líneas generales, este período se caracterizó por el impulso a la industria nacional, la mejora de los términos del intercambio, la redistribución sectorial del ingreso, la expansión del Estado como proveedor de servicios (cuyo ejemplo emblemático fue la nacionalización de los ferrocarriles). Entre finales de la década del 40 y comienzos de la siguiente, se extendió una nueva crisis económica a raíz de la  caída de los precios agropecuarios mundiales que se combinaron con el estancamiento de la producción pampeana que contrastaba con la expansión de las agroindustrias regionales orientadas al mercado interno como el azúcar, la vid, el algodón, etc. En este contexto, la política económica tuvo profundos cambios y con la reelección de Perón en 1952 se presentó un nuevo Plan Quinquenal que buscó impulsar las inversiones extranjeras orientadas a las industrias pesadas y el sector petrolero (se radicaron en el periodo las empresas Kaiser, Fiat, Mercedes Benz, Siemens, Bayer, y la Standard Oil firmó acuerdos de producción de hidrocarburos con YPF), dinamizar y modernizar el sector agropecuario, reorientando el ingreso a su favor con el IAPI y la fijación de un tipo de cambio más satisfactorio para el sector. Asimismo, se intentó poner en marcha una política de austeridad que afectó las mejoras obtenidas por los sectores populares. En paralelo, desde comienzos de la década de 1950 habían proliferado sectores antiperonistas violentos tanto en las fuerzas políticas partidarias como entre los militares que fueron desplegando diversas acciones cuyo cenit fue el bombardeo a la Plaza de Mayo junio de 1955 que tuvo como saldo 364 muertos y centenares de heridos. A partir de allí comenzó una escalada de violencia política entre ambos sectores que culminó con el golpe de estado del 21 de septiembre de 1955 y la proscripciòn del peronismo, hecho que marcó a fuego la dinámica política argentina de la tercera etapa.

-       Tercera etapa: los 20 años que se extienden desde 1955 a 1976 tuvieron una fuerte heterogeneidad tanto en las tendencias políticas como en las formas de acceso al poder por la creciente influencia de las Fuerzas Armadas a través de los golpes de estado o la injerencia directa en las políticas públicas. A los objetivos de este trabajo nos interesa rescatar la tendencia económica comprendida bajo el concepto de Desarrollismo que tiene como premisa fundamental extender el proyecto de industrialización por sustitución de importaciones hacia la industria pesada y la producción de bienes de capital. Como fue adelantado en el segundo gobierno de Perón, estos proyectos de desarrollo de la industria pesada fueron pensados a partir de una creciente participación de la inversión extranjera a través de subsidiarias de empresas extranjeras que buscaban expandir sus mercados y exportar tecnologías obsoletas en sus economías de origen. La industria de base desarrollada fue: acero, petroquímica, metalmecánica, automotriz, máquinas, herramientas, generación de energía, etc. En líneas generales, algunos de estos objetivos se cumplieron y se generó una importante diversificación, modernización e innovación de la economía, pero hacia el final del período se canalizaron las inversiones hacia la especulación financiera y la adquisición de empresas que ya se encontraban instaladas en el país, generándose un proceso de concentración oligopólica sin precedente en la actividad industrial.
En términos sociales, la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores en los años anteriores consolidó un modelo de crecimiento incluyente, caracterizado por la extensión del proceso de urbanización, la concentración de la mano de obra y la mejora de las condiciones de vida al menos durante gran parte del segundo y tercer período.

Política comercial y sector externo

En la primera etapa del modelo ISI, se hizo evidente incluso para las elites tradicionales la imposibilidad de sostener la política librecambista. En este contexto, una de las salidas fue la negociación y suscripción de diversos acuerdos bilaterales de comercio entre los que se destaca el firmado con Gran Bretaña conocido como Roca-Runciman, pero también se realizaron negociaciones similares con otros países europeos y latinoamericanos. El objetivo de los mismos era lograr el sostenimiento de la exportaciones primarias a partir de la manutención de mercados tradicionales o el ingreso a algunos nuevos. 
En paralelo, entre 1930 y 1940 se produjo una proliferación de organismos estatales de regulación (se crearon cerca de 50 en dicha década) entre los que se destacan la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos creadas en 1933. Al igual que otros organismos, su función era asegurar precios mínimos a los productores y mediar en la relación entre los precios internos y externos.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, Argentina logró revertir los impactos de la negativos del triángulo con Gran Bretaña y EE.UU. pues mantuvo la provisión de alimentos y materias primas al país europeo a cambio del depósito en libras de los pagos en Londres, mientras que la orientación de la economía británica al esfuerzo bélico redujo profundamente el flujo de bienes hacia la Argentina los cuales fueron reemplazados por otros producidos en el país. Sin embargo, la situación no cambió el balance comercial negativo con EE.UU. que sólo mejoró mientras el país del norte participó activamente en la guerra. Por su parte, con las restricciones en los fletes que tuvieron los cereales por la utilización de los barcos en la guerra se reorientaron parte de las ventas hacia los países vecinos, principalmente Brasil, que conformaron una parte importante de la demanda en esos años. Por su parte la dificultad de conseguir bienes de capital impidió que la industria se modernizara a medida que crecía. Tras la finalización de la guerra, la Argentina sufrió una fuerte reprimenda económica por parte de las potencias aliadas (principalmente EE.UU.) a raíz de su neutralidad que sirvió de argumento para dejar fuera al país del Plan Marshall, el ambicioso proyecto de reconstrucción de la Europa devastada por la guerra.
Durante la segunda etapa (1945-1955), se realizó un diagnóstico de las capacidades productivas y comerciales del país para desarrollar una política industrialista que solucionara los “cuellos de botella” que se producían por el intercambio. Para ello se fortaleció el peso económico del mercado interno gracias a diversas políticas públicas pero nuevamente esta situación generó un crecimiento de las importaciones ya no de artículos de consumo sino de bienes de capital, más onerosos y lentos para generar retornos. Por su parte, el sector agropecuario continuó siendo la principal fuente de divisas frente a lo cual el Estado encaró reformas novedosas como la creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio que concentraba el comercio de productos agropecuarios (principalmente granarios) y las importaciones esenciales. Este andamiaje institucional permitió la redistribución de los ingresos desde la producción agropecuaria a otros sectores de la economía y desde los sectores más favorecidos a las clases trabajadoras a partir del sostenimiento de precios relativamente baratos para los productos alimentarios. En términos del balance de pagos, existía un importante saldo de libras esterlinas a favor de Argentina que estaban congeladas en Londres por los problemas económicos de Gran Bretaña durante la guerra. Luego de diversas negociaciones se decidió utilizar ese dinero para nacionalizar los servicios públicos (trenes, agua, electricidad, etc.) y repatriar deuda externa. Estas medidas y el aumento de las importaciones generaron una importante presión hacia la salida de divisas y la caída de las reservas en la cuenta capital que se hizo manifiesta en 1952. La crisis de esos años combinó una contracción de las importaciones y exportaciones, el debilitamiento de la expansión industrial y estancamiento de la producción agropecuaria, la exclusión de Argentina de los mercados beneficiados por el Plan Marshall y el hecho de que el aumento del consumo interno también retrajo los márgenes exportables. Como mencionamos anteriormente, frente a esta situación se llevó adelante una serie de políticas (dentro de las cuales puede incluirse el Plan de emergencia y Segundo plan quinquenal) que buscaron estimular la producción agropecuaria de exportación, promover los préstamos e inversiones externas, extender los acuerdos bilaterales.
Finalmente, la tercera etapa (1955-1976) presenció un rápido de desarrollo de las industrias básicas y petróleo a partir de inversiones externas e inversión interna por ahorro de las clases altas. Para ello se expandieron las inversiones (⅔ de la Inversión Extranjera Directa fue hacia bienes de capital y fondos líquidos de corto plazo) pero las exportaciones se mantuvieron estables por lo que hubo profundos déficit de la balanza comercial que se cubrieron con deuda externa. A pesar de algunos esfuerzos por impulsar la modernización del sector agropecuario (como fue la creación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en 1956), las exportaciones quedaban por fuera de los planes desarrollistas. El crecimiento de la deuda externa fue uno de los problemas centrales del período y la incorporación de Argentina al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial mostró sus primeros impactos en la política nacional. Durante el gobierno de Frondizi (1958-1962) se intentó avanzar con medidas desarrollistas pero la necesidad de divisas generó un contexto de debilidad del gobierno al momento de negociar con los organismos internacionales. Fiel a su doctrina presionaron por eliminar las medias que regulaban el sector externo y en el contexto de demanda de inversiones ello implicó continuar con los déficit de la balanza comercial debido al aumento de las importaciones de bienes de capital. Sin embargo, se obtuvieron algunos avances principalmente en la producción interna de combustibles (que redujo su peso en las importaciones) y automóviles a partir de la expansión de la inversión extranjera y el PBI creció en el país durante toda la presidencia de Frondizi a una tasa promedio cercana al 3% (incluyendo la abrupta caída de 1959) y logró reducir el déficit fiscal a partir de la reducción del gasto público. Las tensiones sociales producto de la proscripción del peronismo y algunas consecuencias de los ajustes llevaron al derrocamiento de Frondizi y la alternancia entre medidas económicas ortodoxas y heterodoxas pero todas ellas debieron sufrir los impactos de las crisis externas sobre la balanza comercial. Finalmente, la tercera presidencia de Perón (1973-76) tampoco estuvo exenta de esta tendencia y tras un primer año (1973) con alto superávit comercial por los altos precios y producción de la carne y los cereales, el sector externo comenzó a experimentar los impactos de la crisis global ocasionada por la suba del petróleo crudo desde 1973. Esta situación generó una suba del precio de las importaciones y una caída de las exportaciones hacia los países más industrializados.

Balanza Comercial Argentina. Años 1930-1976
Años
Exportación
Importación
Saldo

Miles de US$ corrientes

1930
509.380
613.139
-103.759

1931
420.751
339.249
81.503

1932
331.054
214.987
116.067

1933
346.997
277.740
69.257

1934
467.013
318.023
148.990

1935
498.190
332.861
165.329

1936
537.565
323.681
213.884

1937
755.229
479.292
275.936

1938
437.505
427.160
10.345

1939
464.063
346.001
118.062

1940
408.948
377.901
31.047

1941
412.337
322.225
90.112

1942
491.202
319.309
171.893

1943
601.114
239.281
361.834

1944
658.234
256.745
401.488

1945
723.782
294.910
428.872

1946
1.159.338
588.073
571.265

1947
1.611.985
1.340.484
271.501

1948
1.628.975
1.561.490
67.484

1949
1.043.469
1.179.597
-136.128

1950
1.177.535
964.214
213.322

1951
1.169.441
1.480.220
-310.779

1952
687.813
1.179.335
-491.522

1953
1.125.147
795.138
330.009

1954
1.026.638
979.001
47.637

1955
928.595
1.172.590
-243.995

1956
943.753
1.127.579
-183.826

1957
974.821
1.310.443
-335.622

1958
993.919
1.232.633
-238.714

1959
1.008.952
993.019
15.933

1960
1.079.155
1.249.273
-170.118

1961
964.116
1.460.379
-496.263

1962
1.216.028
1.356.502
-140.474

1963
1.365.086
980.677
384.409

1964
1.410.350
1.077.164
333.186

1965
1.493.409
1.198.551
294.858

1966
1.593.242
1.124.306
468.936

1967
1.464.529
1.095.542
368.987

1968
1.367.865
1.169.189
198.676

1969
1.612.079
1.576.091
35.988

1970
1.773.167
1.694.042
79.125

1971
1.740.348
1.868.067
-127.719

1972
1.941.098
1.904.682
36.416

1973
3.266.003
2.235.331
1.030.672

1974
3.930.702
3.634.918
295.784

1975
2.961.264
3.946.501
-985.237

1976
3.916.058
3.033.004
883.054

Fuente: INDEC.

En síntesis, durante la mayoría del modelo ISI hubo una política comercial proteccionista asentada en el mercado interno. Se pasó de que entre el 25 y el 30% de toda la producción se destinara a la exportación a que ese número cayera al 10%. Además cerca del 70% de las manufacturas totales consumidas eran producidas en el país (en 1920 ese valor llegaba apenas al 42%), lográndose el autoabastecimiento en los productos industriales de consumo, incluidos los durables y automotores.

Cuadro 1: Composición de las importaciones (%)

1925-29
Fines de los 60’s
Bienes de consumo
37
4
Combustibles
5
5
bienes intermedios
36
69
Bienes de capital
22
19
Fuente: Ferrer, 2006, p. 259.

A pesar del crecimiento industrial, el agro continuó siendo la mayor fuente de exportaciones con una relación de 25% a 75% en relación a la industria, y llegó a representar el 90% de las exportaciones si se consideran las manufacturas de origen industrial. En paralelo, la industria demandaba el 75% de las importaciones y sólo contribuía con el 25% de las exportaciones. Si frente a este contexto aceptamos la hipótesis de que existe una tendencia global a la caída de la demanda de los alimentos, por la mejora en las condiciones económicas de gran parte de la población, y de las materias primas por el desarrollo de materiales sintéticos y mayor eficiencia en las industrias demandantes (Ferrer, 2004, p. 189), ello conlleva a una inevitable caída generalizada de los precios relativos del sector primario. Además a nivel interno el agro (principalmente el pampeano) tuvo una baja tasa de crecimiento afectando la tasa global y reduciendo el volumen físico de saldos exportables con el crecimiento de la población y el consumo. Si a finales de la década de 1920 el 50% de la producción agropecuaria total se exportaba para los 60’s ese valor se ubicaba en torno al 20%. Sin embargo, florecieron las economías regionales orientadas al mercado interno en las zonas extrapampeanas.

Política fiscal: expansiva, procíclica y progresiva

Los ingresos: diversificación y modernización del sistema tributario
En cuanto a los ingresos con que contaba el Estado, existieron varias novedades durante las diferentes etapas en que se desarrolló el modelo ISI.
Con la contracción del comercio internacional debido a la crisis de 1930, fue necesario recurrir a nuevas modalidades de recaudación fiscal, más allá de los ingresos aduaneros, para hacer frente al gasto público y los servicios de deuda. En ese sentido, en 1932 se creó el impuesto al rédito de las personas físicas (en línea con lo que sería un impuesto a las ganancias) y un impuesto a las transacciones/ventas. Además, se avanzó hacia una centralización de la estructura tributaria, unificándose en 1934 los impuestos internos y centralizándose su recaudación en la administración nacional, en detrimento de la recaudación de las provincias; en virtud de ello se implementó el primer sistema de coparticipación. En esta misma línea, en 1949 se creó la DGI (antecedente de la actual AFIP), lo cual significó un mayor control fiscal y como consecuencia un aumento sostenido de la recaudación.
Por otro lado, el Estado comenzó a tener una mayor incidencia en la administración del comercio exterior, primero a través de la Junta de Granos (lo cual le permitió tener otra fuente de ingresos por diferencia del tipo de cambio para importaciones y exportaciones), y luego a través de la creación del IAPI en 1946. Sin embargo, a medida que se desarrollaba el ISI, la menor incidencia del comercio exterior en la economía comenzó a dificultar paulatinamente la obtención de divisas (necesarias principalmente para las importaciones de insumos industriales o bienes intermedios), a la vez que el Estado ejercía una importante protección arancelaria a la industria nacional.
Con el advenimiento del desarrollismo durante el gobierno de Frondizi, se encaró la búsqueda de capitales extranjeros como mecanismo de entrada de divisas; además hubo una tendencia al aumento del endeudamiento externo para cubrir el déficit fiscal. Durante la dictadura de Onganía, se modificó el esquema de aranceles y retenciones. Y por último, durante el tercer gobierno peronista, se ensayaron algunas reformas tributarias, algunas quedaron en fase de proyecto y unas pocas se implementaron.




Fuente: Gaggero, 2005: 33



Fuente: Gaggero, 2005: 35


Fuente: Gaggero, 2005: 35


Los egresos: el Gasto del Estado
La búsqueda de fuentes alternativas de financiamiento que enunciábamos más arriba, tuvo que ver con la expansión del gasto público durante la mayor parte del período, con la principal excepción de los primeros años de la década de 1930, cuando hubo una restricción del gasto. El gasto público tendió a ser elevado, y durante el peronismo este gasto se vinculó, en mayor medida, con la promoción de la redistribución del ingreso por parte del Estado nacional.

El Estado en actividades productivas y el desarrollo industrial
A través de la nacionalización de servicios públicos (como trenes, telefonía, electricidad), desde el peronismo en adelante el Estado aumentó su participación en actividades productivas, así como en actividades financieras (por ejemplo, con la promoción del crédito a través de diferentes entidades bancarias estatales).

Política monetaria: predominantemente expansiva.
Si bien tendió a ser expansiva durante el período, en la política monetaria es más clara la distinción entre las tres etapas del modelo de industrialización por sustitución de importaciones.
En la primera etapa, la política monetaria expansiva parece haber sido aplicada más por necesidad que por convicción, ya que los conductores de la política económica eran economistas ortodoxos. Luego de la crisis de 1930, ante la necesidad de encarar un saneamiento del sistema financiero, se pone fin al sistema de Caja de Conversión y se crea el Banco Central de la República Argentina (1935), bajo un sistema mixto de capitales públicos y privados. Se estableció un régimen de tipo de cambio administrado por el Estado, bajo un sistema de control de cambios (desde 1936, con la participación del BCRA, existió un doble tipo de cambio). El tipo de cambio se establecía en función de las necesidades de la política económica. Como consecuencia de la política monetaria aplicada, hubo un incremento de la oferta y circulación monetaria en el período.
La segunda etapa refleja una política monetaria claramente expansiva, aunque esta característica mermó hacia el final del peronismo. Las principales características fueron un sistema bancario con un BCRA nacionalizado, y una política crediticia con fuerte participación estatal, a través de diferentes bancos para fines específicos (Banco de la Nación Argentina, Banco Hipotecario Nacional, Banco de Crédito Industrial, Caja Nacional de Ahorro Postal). Se estableció una política de nacionalización de depósitos, con garantía estatal sobre los mismos. Se redujo el costo del dinero operando sobre la tasa de interés; asimismo fue un período de importante emisión monetaria, reducción de las reservas internacionales y crecimiento de la inflación. Hay que resaltar que en 1947 se canceló la deuda externa de ciclo largo, dentro de una política de desendeudamiento externo que se sostendría hasta comienzos de la década de 1970.
Por último, en la etapa desarrollista, en un contexto de fuerte inestabilidad institucional y recambios de los elencos en la cartera económica, existen momentos de política monetaria expansiva y otros en que se vuelve más restrictiva, provocando un aumento de la tasa de interés, desestímulo a las inversiones productivas, etc. Dentro de este marco de inestabilidad y de vaivenes de la política económica, hubo algunos momentos con características salientes como el gobierno de Illia, en el que hubo un retorno de una orientación más expansiva-keynesiana, por ejemplo a través de la reforma de la carta orgánica del BCRA (que había sido declarado autárquico por la Revolución Libertadora) y alentando la expansión del crédito, disminuyendo la tasa de interés, etc. Durante la dictadura de Onganía, se combinó una política de ajuste económico con una política monetaria expansiva, lo que evitó un escenario de recesión habitual en los ajustes económicos. Finalmente, durante el tercer peronismo, se retornó a una política de controles sobre el tipo de cambio durante la administración Gelbard.

Bibliografía
Ferrer, A. (2008) La economía argentina: desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Gaggero, J. y Grasso, F. (2005). La cuestión tributaria en Argentina. Documento de Trabajo Nº5 CEFINDAR. Recuperado de   http://www.cefid-ar.org.ar/documentos/DTN5LacuestiontributariaenArgentina.pdf
Rapoport, M. (2006). Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Buenos Aires: Ariel.
Rapoport, M. (2010). Las políticas económicas de la Argentina. Una breve historia. Buenos Aires: Editorial Booket.
Romero, R. (2016). Economía Política Teoría, conceptos y políticas económicas [borrador]. Buenos Aires: Ricardo Romero.







Ejemplo del discurso de Truman

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