Programa

Economía Política CNBA - Propuesta Ricardo Romero

Presentación

El curso está estructurado para el calendario académico del Colegio y en base a los contenidos mínimos del Plan de Estudios, que se compone de tres partes y seis unidades.

El abordaje de la materia se realiza bajos dos ejes generales. En primer lugar: se exponen las diferentes corrientes teóricas del pensamiento económico, delimitando el campo de “lo económico” y la forma de abordaje del mismo, realizado por parte de la Economía Política y la Economía. Incluyendo algunas visiones de economistas argentinos. A la vez, los conceptos elaborados por las distintas escuelas se estudiaran directamente desde las fuentes bibliográficas, se analizarán su aplicación práctica tanto en su contexto histórico y como en la actualidad.


En segundo lugar, se profundizan los conocimientos aportados por el instrumental teórico y técnico desarrollados por la macroeconomía y la microeconomía. A su vez, se delimitan los mecanismos de Políticas Económicas en materia fiscal, monetaria y de comercio internacional. Se indaga sobre la formación de la economía moderna en general y la evolución de la historia económica argentina en particular. Se busca desplegar los conocimientos adquiridos, en la búsqueda de un análisis crítico al desarrollo económico actual y la viabilidad, o no, de políticas económicas alternativas.

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Plan de Trabajo

Propuesta Ricardo Romero

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Modalidad de cursada

Multimedial

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miércoles, 14 de septiembre de 2016

Industrialización por Sustitución de Importaciones

Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI)

Periodo de tiempo
1930-1970

Características
El período de tiempo que se circunscribe bajo este modelo es muy extenso y diverso pero tiene como principal generalidad una orientación del crecimiento económico asentado en el fortalecimiento y desarrollo tanto del mercado interno como de la industria nacional.
El inicio del modelo ISI se fija tras la crisis económica global que se produjo en 1929 a partir de la crisis de sobreproducción de la economía norteamericana que afectó a todo el mundo capitalista. Sus principales efectos fueron una severa deflación, restricciones monetarias, baja de precios y salarios, desocupación y retroceso de la actividad económica. Este acontecimiento no sólo tuvo profundos impactos socioeconómicos sino que también activó debates en torno a los proyectos de desarrollo viables y preferibles. Frente a los fracasos de las medidas liberales tradicionales comenzaron a ensayarse políticas económico-sociales de nuevo cuño que otorgaron más protagonismo al Estado a partir de políticas activas que impulsaban un crecimiento de la demanda, de las cuales el pensamiento keynesiano y el modelo del “New Deal” norteamericano durante la presidencia de F. D. Roosevelt (1933-1945) fueron sus ejemplos más acabados.
La recuperación económica que se dio en la posguerra a partir de estas nuevas políticas intensificaron la transición hacia la hegemonía global norteamericana que se consolidó a partir de la Segunda Guerra Mundial. Tras el conflicto, Estados Unidos era la única economía central que no había sufrido mayores impactos en su infraestructura al contrario de los países europeos que habían sufrido la devastación de la guerra. Esta nueva situación se institucionalizó a partir de dos caminos. Por un lado, con la firma de los acuerdos de Bretton Woods se creó el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento que cristalizaron la transición monetario global del antiguo patrón oro al dólar. Por el otro, el Plan Marshall iniciado en 1948 consistió en la concesión por parte de EE.UU. de cuantiosas ayudas económicas a los países afectados por la guerra como una estrategia para detener el avance de los proyectos comunistas que también habían salido victoriosos de la Guerra aunque mucho más afectados social y económicamente. Además, la hegemonía norteamericana no sólo se expresó en estos niveles estatales sino también en una creciente extensión de las pautas de consumo norteamericanas devenidas en modelo de desarrollo.[1] 
En el caso de Argentina, el “crack” del 29 dejó en evidencia, una vez más, la vulnerabilidad externa del país frente a la caída de los precios de los productos primarios, la contracción del comercio mundial y la retracción del flujo de capitales desde los países centrales (principalmente EE.UU.). A diferencia de lo ocurrido con otras crisis, se desarrollaron, con diversos niveles de planificación, otras medidas económicas que llevaron al fortalecimiento del mercado interno y la industria nacional. Dentro de lo del período ISI pueden reconocerse al menos tres etapas:
-       Primera etapa: la misma se inicia con la  crisis del Modelo Agroexportador e incluye los primeros intentos de industrialización y políticas proteccionistas que tuvieron lugar entre 1930 y 1943/45. Frente al escenario crítico de la década de 1930 aparecieron instancias de regulación estatal de diversos sectores económicos entre los que se destacaron la Junta Nacional de Carnes y la de Granos que fijaban precios mínimos, cuotas de producción, etc. Además se desarrollaron y fortalecieron las primeras empresas estatales y se expandieron las industrias nacionales enfocadas a los bienes básicos de consumo (alimentos y textiles), la industria metalúrgica liviana y aquellas que utilizaban insumos locales. Subsidiaria de una época crítica, esta industrialización tuvo como problema el retraso relativo de la tecnología utilizada plasmado en la antigüedad de las maquinarias lo cual impactó en los niveles de productividad.
En términos políticos, el período estuvo casi completamente hegemonizado por gobiernos de corte conservador que se sucedieron a lo largo de la década de 1930. La práctica del fraude, los períodos de proscripción de la Unión Cívica Radical y los resonantes casos de corrupción le otorgaron a ese lapso el mote de la “Década infame”. En paralelo a este escenario político restringido, el proceso de urbanización producto de las migraciones internas y la extensión de diversas corrientes ideológicas obreristas permitieron el fortalecimiento del movimiento obrero.
-       Segunda etapa: este período comprende los años de ascenso y consolidación del peronismo y va desde 1945 a 1955. En términos económicos podemos afirmar que se trató de un modelo ISI asentado en la planificación estatal, en donde el fortalecimiento y la extensión de la industria nacional se convierte en política de Estado. Este hecho se evidenció en la formalización de la planificación de la economía través de los planes quinquenales que se extendieron entre 1947-1951 y el que hubiese tenido lugar entre 1952 y 1957 pero fue interrumpido por el derrocamiento de Perón en 1955. En términos generales, el Estado asumió un papel más activo en la intervención de la economía y en el impulso de la demanda a partir de la creación y el fortalecimiento de empresas públicas (por ejemplo Gas del Estado, Flota Mercante Argentina) y la mejora del consumo de los sectores populares a partir de un aumento del salario real, de las prestaciones sociales del Estado y de la legislación laboral.
En términos políticos, el acontecimiento más marcado es la aparición del peronismo en el esquema partidario de Argentina. En 1943 un golpe militar derrocó a Ramón Castillo finalizando con la sucesión de gobiernos conservadores. A partir de ese año en el gobierno militar comienza a tomar cada vez más relevancia la figura de Juan Domingo Perón que desde diversos puestos públicos, entre los que se destaca la Secretaría de Trabajo y Previsión, llevó adelante medidas que impulsaron la mejora de los salarios; la extensión de los convenios colectivos de trabajo; el establecimiento de salarios mínimos, indemnizaciones por accidente y, aguinaldo; la extensión del sistema jubilatorio; la regulación de la condiciones de trabajo sectoriales como en el caso del Estatuto del Peón, etc. Este tipo de medidas le permitió alcanzar una importante popularidad entre los sectores trabajadores que se sumaba a la creciente influencia en los sectores sindicales basado en una combinación de negociación y alianza con algunas tendencias e intervención y debilitamiento de otras.
En términos sociales, la extensión de los sectores populares urbanos tuvo su apogeo a partir de las migraciones internas desde el interior de la provincia de Buenos Aires, el Noroeste y Noreste del país al Gran Buenos Aires atraídos por las posibilidades de empleo y las mejores condiciones de vida.
En junio de 1946 Perón asume la presidencia tras el triunfo electoral dando inicio a su primer mandato. En líneas generales, este período se caracterizó por el impulso a la industria nacional, la mejora de los términos del intercambio, la redistribución sectorial del ingreso, la expansión del Estado como proveedor de servicios (cuyo ejemplo emblemático fue la nacionalización de los ferrocarriles). Entre finales de la década del 40 y comienzos de la siguiente, se extendió una nueva crisis económica a raíz de la  caída de los precios agropecuarios mundiales que se combinaron con el estancamiento de la producción pampeana que contrastaba con la expansión de las agroindustrias regionales orientadas al mercado interno como el azúcar, la vid, el algodón, etc. En este contexto, la política económica tuvo profundos cambios y con la reelección de Perón en 1952 se presentó un nuevo Plan Quinquenal que buscó impulsar las inversiones extranjeras orientadas a las industrias pesadas y el sector petrolero (se radicaron en el periodo las empresas Kaiser, Fiat, Mercedes Benz, Siemens, Bayer, y la Standard Oil firmó acuerdos de producción de hidrocarburos con YPF), dinamizar y modernizar el sector agropecuario, reorientando el ingreso a su favor con el IAPI y la fijación de un tipo de cambio más satisfactorio para el sector. Asimismo, se intentó poner en marcha una política de austeridad que afectó las mejoras obtenidas por los sectores populares. En paralelo, desde comienzos de la década de 1950 habían proliferado sectores antiperonistas violentos tanto en las fuerzas políticas partidarias como entre los militares que fueron desplegando diversas acciones cuyo cenit fue el bombardeo a la Plaza de Mayo junio de 1955 que tuvo como saldo 364 muertos y centenares de heridos. A partir de allí comenzó una escalada de violencia política entre ambos sectores que culminó con el golpe de estado del 21 de septiembre de 1955 y la proscripciòn del peronismo, hecho que marcó a fuego la dinámica política argentina de la tercera etapa.

-       Tercera etapa: los 20 años que se extienden desde 1955 a 1976 tuvieron una fuerte heterogeneidad tanto en las tendencias políticas como en las formas de acceso al poder por la creciente influencia de las Fuerzas Armadas a través de los golpes de estado o la injerencia directa en las políticas públicas. A los objetivos de este trabajo nos interesa rescatar la tendencia económica comprendida bajo el concepto de Desarrollismo que tiene como premisa fundamental extender el proyecto de industrialización por sustitución de importaciones hacia la industria pesada y la producción de bienes de capital. Como fue adelantado en el segundo gobierno de Perón, estos proyectos de desarrollo de la industria pesada fueron pensados a partir de una creciente participación de la inversión extranjera a través de subsidiarias de empresas extranjeras que buscaban expandir sus mercados y exportar tecnologías obsoletas en sus economías de origen. La industria de base desarrollada fue: acero, petroquímica, metalmecánica, automotriz, máquinas, herramientas, generación de energía, etc. En líneas generales, algunos de estos objetivos se cumplieron y se generó una importante diversificación, modernización e innovación de la economía, pero hacia el final del período se canalizaron las inversiones hacia la especulación financiera y la adquisición de empresas que ya se encontraban instaladas en el país, generándose un proceso de concentración oligopólica sin precedente en la actividad industrial.
En términos sociales, la mejora de las condiciones de vida de los trabajadores en los años anteriores consolidó un modelo de crecimiento incluyente, caracterizado por la extensión del proceso de urbanización, la concentración de la mano de obra y la mejora de las condiciones de vida al menos durante gran parte del segundo y tercer período.

Política comercial y sector externo

En la primera etapa del modelo ISI, se hizo evidente incluso para las elites tradicionales la imposibilidad de sostener la política librecambista. En este contexto, una de las salidas fue la negociación y suscripción de diversos acuerdos bilaterales de comercio entre los que se destaca el firmado con Gran Bretaña conocido como Roca-Runciman, pero también se realizaron negociaciones similares con otros países europeos y latinoamericanos. El objetivo de los mismos era lograr el sostenimiento de la exportaciones primarias a partir de la manutención de mercados tradicionales o el ingreso a algunos nuevos. 
En paralelo, entre 1930 y 1940 se produjo una proliferación de organismos estatales de regulación (se crearon cerca de 50 en dicha década) entre los que se destacan la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos creadas en 1933. Al igual que otros organismos, su función era asegurar precios mínimos a los productores y mediar en la relación entre los precios internos y externos.
A partir de la Segunda Guerra Mundial, Argentina logró revertir los impactos de la negativos del triángulo con Gran Bretaña y EE.UU. pues mantuvo la provisión de alimentos y materias primas al país europeo a cambio del depósito en libras de los pagos en Londres, mientras que la orientación de la economía británica al esfuerzo bélico redujo profundamente el flujo de bienes hacia la Argentina los cuales fueron reemplazados por otros producidos en el país. Sin embargo, la situación no cambió el balance comercial negativo con EE.UU. que sólo mejoró mientras el país del norte participó activamente en la guerra. Por su parte, con las restricciones en los fletes que tuvieron los cereales por la utilización de los barcos en la guerra se reorientaron parte de las ventas hacia los países vecinos, principalmente Brasil, que conformaron una parte importante de la demanda en esos años. Por su parte la dificultad de conseguir bienes de capital impidió que la industria se modernizara a medida que crecía. Tras la finalización de la guerra, la Argentina sufrió una fuerte reprimenda económica por parte de las potencias aliadas (principalmente EE.UU.) a raíz de su neutralidad que sirvió de argumento para dejar fuera al país del Plan Marshall, el ambicioso proyecto de reconstrucción de la Europa devastada por la guerra.
Durante la segunda etapa (1945-1955), se realizó un diagnóstico de las capacidades productivas y comerciales del país para desarrollar una política industrialista que solucionara los “cuellos de botella” que se producían por el intercambio. Para ello se fortaleció el peso económico del mercado interno gracias a diversas políticas públicas pero nuevamente esta situación generó un crecimiento de las importaciones ya no de artículos de consumo sino de bienes de capital, más onerosos y lentos para generar retornos. Por su parte, el sector agropecuario continuó siendo la principal fuente de divisas frente a lo cual el Estado encaró reformas novedosas como la creación del Instituto Argentino para la Promoción del Intercambio que concentraba el comercio de productos agropecuarios (principalmente granarios) y las importaciones esenciales. Este andamiaje institucional permitió la redistribución de los ingresos desde la producción agropecuaria a otros sectores de la economía y desde los sectores más favorecidos a las clases trabajadoras a partir del sostenimiento de precios relativamente baratos para los productos alimentarios. En términos del balance de pagos, existía un importante saldo de libras esterlinas a favor de Argentina que estaban congeladas en Londres por los problemas económicos de Gran Bretaña durante la guerra. Luego de diversas negociaciones se decidió utilizar ese dinero para nacionalizar los servicios públicos (trenes, agua, electricidad, etc.) y repatriar deuda externa. Estas medidas y el aumento de las importaciones generaron una importante presión hacia la salida de divisas y la caída de las reservas en la cuenta capital que se hizo manifiesta en 1952. La crisis de esos años combinó una contracción de las importaciones y exportaciones, el debilitamiento de la expansión industrial y estancamiento de la producción agropecuaria, la exclusión de Argentina de los mercados beneficiados por el Plan Marshall y el hecho de que el aumento del consumo interno también retrajo los márgenes exportables. Como mencionamos anteriormente, frente a esta situación se llevó adelante una serie de políticas (dentro de las cuales puede incluirse el Plan de emergencia y Segundo plan quinquenal) que buscaron estimular la producción agropecuaria de exportación, promover los préstamos e inversiones externas, extender los acuerdos bilaterales.
Finalmente, la tercera etapa (1955-1976) presenció un rápido de desarrollo de las industrias básicas y petróleo a partir de inversiones externas e inversión interna por ahorro de las clases altas. Para ello se expandieron las inversiones (⅔ de la Inversión Extranjera Directa fue hacia bienes de capital y fondos líquidos de corto plazo) pero las exportaciones se mantuvieron estables por lo que hubo profundos déficit de la balanza comercial que se cubrieron con deuda externa. A pesar de algunos esfuerzos por impulsar la modernización del sector agropecuario (como fue la creación del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria en 1956), las exportaciones quedaban por fuera de los planes desarrollistas. El crecimiento de la deuda externa fue uno de los problemas centrales del período y la incorporación de Argentina al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial mostró sus primeros impactos en la política nacional. Durante el gobierno de Frondizi (1958-1962) se intentó avanzar con medidas desarrollistas pero la necesidad de divisas generó un contexto de debilidad del gobierno al momento de negociar con los organismos internacionales. Fiel a su doctrina presionaron por eliminar las medias que regulaban el sector externo y en el contexto de demanda de inversiones ello implicó continuar con los déficit de la balanza comercial debido al aumento de las importaciones de bienes de capital. Sin embargo, se obtuvieron algunos avances principalmente en la producción interna de combustibles (que redujo su peso en las importaciones) y automóviles a partir de la expansión de la inversión extranjera y el PBI creció en el país durante toda la presidencia de Frondizi a una tasa promedio cercana al 3% (incluyendo la abrupta caída de 1959) y logró reducir el déficit fiscal a partir de la reducción del gasto público. Las tensiones sociales producto de la proscripción del peronismo y algunas consecuencias de los ajustes llevaron al derrocamiento de Frondizi y la alternancia entre medidas económicas ortodoxas y heterodoxas pero todas ellas debieron sufrir los impactos de las crisis externas sobre la balanza comercial. Finalmente, la tercera presidencia de Perón (1973-76) tampoco estuvo exenta de esta tendencia y tras un primer año (1973) con alto superávit comercial por los altos precios y producción de la carne y los cereales, el sector externo comenzó a experimentar los impactos de la crisis global ocasionada por la suba del petróleo crudo desde 1973. Esta situación generó una suba del precio de las importaciones y una caída de las exportaciones hacia los países más industrializados.

Balanza Comercial Argentina. Años 1930-1976
Años
Exportación
Importación
Saldo

Miles de US$ corrientes

1930
509.380
613.139
-103.759

1931
420.751
339.249
81.503

1932
331.054
214.987
116.067

1933
346.997
277.740
69.257

1934
467.013
318.023
148.990

1935
498.190
332.861
165.329

1936
537.565
323.681
213.884

1937
755.229
479.292
275.936

1938
437.505
427.160
10.345

1939
464.063
346.001
118.062

1940
408.948
377.901
31.047

1941
412.337
322.225
90.112

1942
491.202
319.309
171.893

1943
601.114
239.281
361.834

1944
658.234
256.745
401.488

1945
723.782
294.910
428.872

1946
1.159.338
588.073
571.265

1947
1.611.985
1.340.484
271.501

1948
1.628.975
1.561.490
67.484

1949
1.043.469
1.179.597
-136.128

1950
1.177.535
964.214
213.322

1951
1.169.441
1.480.220
-310.779

1952
687.813
1.179.335
-491.522

1953
1.125.147
795.138
330.009

1954
1.026.638
979.001
47.637

1955
928.595
1.172.590
-243.995

1956
943.753
1.127.579
-183.826

1957
974.821
1.310.443
-335.622

1958
993.919
1.232.633
-238.714

1959
1.008.952
993.019
15.933

1960
1.079.155
1.249.273
-170.118

1961
964.116
1.460.379
-496.263

1962
1.216.028
1.356.502
-140.474

1963
1.365.086
980.677
384.409

1964
1.410.350
1.077.164
333.186

1965
1.493.409
1.198.551
294.858

1966
1.593.242
1.124.306
468.936

1967
1.464.529
1.095.542
368.987

1968
1.367.865
1.169.189
198.676

1969
1.612.079
1.576.091
35.988

1970
1.773.167
1.694.042
79.125

1971
1.740.348
1.868.067
-127.719

1972
1.941.098
1.904.682
36.416

1973
3.266.003
2.235.331
1.030.672

1974
3.930.702
3.634.918
295.784

1975
2.961.264
3.946.501
-985.237

1976
3.916.058
3.033.004
883.054

Fuente: INDEC.

En síntesis, durante la mayoría del modelo ISI hubo una política comercial proteccionista asentada en el mercado interno. Se pasó de que entre el 25 y el 30% de toda la producción se destinara a la exportación a que ese número cayera al 10%. Además cerca del 70% de las manufacturas totales consumidas eran producidas en el país (en 1920 ese valor llegaba apenas al 42%), lográndose el autoabastecimiento en los productos industriales de consumo, incluidos los durables y automotores.

Cuadro 1: Composición de las importaciones (%)

1925-29
Fines de los 60’s
Bienes de consumo
37
4
Combustibles
5
5
bienes intermedios
36
69
Bienes de capital
22
19
Fuente: Ferrer, 2006, p. 259.

A pesar del crecimiento industrial, el agro continuó siendo la mayor fuente de exportaciones con una relación de 25% a 75% en relación a la industria, y llegó a representar el 90% de las exportaciones si se consideran las manufacturas de origen industrial. En paralelo, la industria demandaba el 75% de las importaciones y sólo contribuía con el 25% de las exportaciones. Si frente a este contexto aceptamos la hipótesis de que existe una tendencia global a la caída de la demanda de los alimentos, por la mejora en las condiciones económicas de gran parte de la población, y de las materias primas por el desarrollo de materiales sintéticos y mayor eficiencia en las industrias demandantes (Ferrer, 2004, p. 189), ello conlleva a una inevitable caída generalizada de los precios relativos del sector primario. Además a nivel interno el agro (principalmente el pampeano) tuvo una baja tasa de crecimiento afectando la tasa global y reduciendo el volumen físico de saldos exportables con el crecimiento de la población y el consumo. Si a finales de la década de 1920 el 50% de la producción agropecuaria total se exportaba para los 60’s ese valor se ubicaba en torno al 20%. Sin embargo, florecieron las economías regionales orientadas al mercado interno en las zonas extrapampeanas.

Política fiscal: expansiva, procíclica y progresiva

Los ingresos: diversificación y modernización del sistema tributario
En cuanto a los ingresos con que contaba el Estado, existieron varias novedades durante las diferentes etapas en que se desarrolló el modelo ISI.
Con la contracción del comercio internacional debido a la crisis de 1930, fue necesario recurrir a nuevas modalidades de recaudación fiscal, más allá de los ingresos aduaneros, para hacer frente al gasto público y los servicios de deuda. En ese sentido, en 1932 se creó el impuesto al rédito de las personas físicas (en línea con lo que sería un impuesto a las ganancias) y un impuesto a las transacciones/ventas. Además, se avanzó hacia una centralización de la estructura tributaria, unificándose en 1934 los impuestos internos y centralizándose su recaudación en la administración nacional, en detrimento de la recaudación de las provincias; en virtud de ello se implementó el primer sistema de coparticipación. En esta misma línea, en 1949 se creó la DGI (antecedente de la actual AFIP), lo cual significó un mayor control fiscal y como consecuencia un aumento sostenido de la recaudación.
Por otro lado, el Estado comenzó a tener una mayor incidencia en la administración del comercio exterior, primero a través de la Junta de Granos (lo cual le permitió tener otra fuente de ingresos por diferencia del tipo de cambio para importaciones y exportaciones), y luego a través de la creación del IAPI en 1946. Sin embargo, a medida que se desarrollaba el ISI, la menor incidencia del comercio exterior en la economía comenzó a dificultar paulatinamente la obtención de divisas (necesarias principalmente para las importaciones de insumos industriales o bienes intermedios), a la vez que el Estado ejercía una importante protección arancelaria a la industria nacional.
Con el advenimiento del desarrollismo durante el gobierno de Frondizi, se encaró la búsqueda de capitales extranjeros como mecanismo de entrada de divisas; además hubo una tendencia al aumento del endeudamiento externo para cubrir el déficit fiscal. Durante la dictadura de Onganía, se modificó el esquema de aranceles y retenciones. Y por último, durante el tercer gobierno peronista, se ensayaron algunas reformas tributarias, algunas quedaron en fase de proyecto y unas pocas se implementaron.




Fuente: Gaggero, 2005: 33



Fuente: Gaggero, 2005: 35


Fuente: Gaggero, 2005: 35


Los egresos: el Gasto del Estado
La búsqueda de fuentes alternativas de financiamiento que enunciábamos más arriba, tuvo que ver con la expansión del gasto público durante la mayor parte del período, con la principal excepción de los primeros años de la década de 1930, cuando hubo una restricción del gasto. El gasto público tendió a ser elevado, y durante el peronismo este gasto se vinculó, en mayor medida, con la promoción de la redistribución del ingreso por parte del Estado nacional.

El Estado en actividades productivas y el desarrollo industrial
A través de la nacionalización de servicios públicos (como trenes, telefonía, electricidad), desde el peronismo en adelante el Estado aumentó su participación en actividades productivas, así como en actividades financieras (por ejemplo, con la promoción del crédito a través de diferentes entidades bancarias estatales).

Política monetaria: predominantemente expansiva.
Si bien tendió a ser expansiva durante el período, en la política monetaria es más clara la distinción entre las tres etapas del modelo de industrialización por sustitución de importaciones.
En la primera etapa, la política monetaria expansiva parece haber sido aplicada más por necesidad que por convicción, ya que los conductores de la política económica eran economistas ortodoxos. Luego de la crisis de 1930, ante la necesidad de encarar un saneamiento del sistema financiero, se pone fin al sistema de Caja de Conversión y se crea el Banco Central de la República Argentina (1935), bajo un sistema mixto de capitales públicos y privados. Se estableció un régimen de tipo de cambio administrado por el Estado, bajo un sistema de control de cambios (desde 1936, con la participación del BCRA, existió un doble tipo de cambio). El tipo de cambio se establecía en función de las necesidades de la política económica. Como consecuencia de la política monetaria aplicada, hubo un incremento de la oferta y circulación monetaria en el período.
La segunda etapa refleja una política monetaria claramente expansiva, aunque esta característica mermó hacia el final del peronismo. Las principales características fueron un sistema bancario con un BCRA nacionalizado, y una política crediticia con fuerte participación estatal, a través de diferentes bancos para fines específicos (Banco de la Nación Argentina, Banco Hipotecario Nacional, Banco de Crédito Industrial, Caja Nacional de Ahorro Postal). Se estableció una política de nacionalización de depósitos, con garantía estatal sobre los mismos. Se redujo el costo del dinero operando sobre la tasa de interés; asimismo fue un período de importante emisión monetaria, reducción de las reservas internacionales y crecimiento de la inflación. Hay que resaltar que en 1947 se canceló la deuda externa de ciclo largo, dentro de una política de desendeudamiento externo que se sostendría hasta comienzos de la década de 1970.
Por último, en la etapa desarrollista, en un contexto de fuerte inestabilidad institucional y recambios de los elencos en la cartera económica, existen momentos de política monetaria expansiva y otros en que se vuelve más restrictiva, provocando un aumento de la tasa de interés, desestímulo a las inversiones productivas, etc. Dentro de este marco de inestabilidad y de vaivenes de la política económica, hubo algunos momentos con características salientes como el gobierno de Illia, en el que hubo un retorno de una orientación más expansiva-keynesiana, por ejemplo a través de la reforma de la carta orgánica del BCRA (que había sido declarado autárquico por la Revolución Libertadora) y alentando la expansión del crédito, disminuyendo la tasa de interés, etc. Durante la dictadura de Onganía, se combinó una política de ajuste económico con una política monetaria expansiva, lo que evitó un escenario de recesión habitual en los ajustes económicos. Finalmente, durante el tercer peronismo, se retornó a una política de controles sobre el tipo de cambio durante la administración Gelbard.

Bibliografía
Ferrer, A. (2008) La economía argentina: desde sus orígenes hasta principios del siglo XXI. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.
Gaggero, J. y Grasso, F. (2005). La cuestión tributaria en Argentina. Documento de Trabajo Nº5 CEFINDAR. Recuperado de   http://www.cefid-ar.org.ar/documentos/DTN5LacuestiontributariaenArgentina.pdf
Rapoport, M. (2006). Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Buenos Aires: Ariel.
Rapoport, M. (2010). Las políticas económicas de la Argentina. Una breve historia. Buenos Aires: Editorial Booket.
Romero, R. (2016). Economía Política Teoría, conceptos y políticas económicas [borrador]. Buenos Aires: Ricardo Romero.







Ejemplo del discurso de Truman

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