ADAM SMITH
La riqueza de las Naciones.
CAPITULO I
La División del Trabajo.
El
aumento considerable en la cantidad de productos que un mismo numero de
personas puede confeccionar, como consecuencia de la división del
trabajo, procede de tres circunstancias distintas:
1) De la mayor destreza de cada obrero en particular.
Los trabajadores a medida que repiten un trabajo van adquiriendo nuevas
habilidades y por ende haciendo el trabajo mucho más rápido,
dedicándose una sola labor, que a varias distintas.
2) Del ahorro de tiempo que comúnmente se pierde de pasar de una ocupación a otra. Si
los trabajadores deben cambiar constantemente de actividad, hay un
tiempo que se pierde mientras termina una y comienza otra, lo que se
conoce hoy como el “set up” o puesta a punto de actividad o una maquina.
Además cuando un trabajador comienza una nueva actividad nunca esta
preocupado al 100% de esa labor, por ende tiene un tiempo perdido hasta
que logra trabajar eficientemente.
3) De la invención de una gran numero de maquinas.
Un factor no menor que ha mejorado la productividad es el uso de la
maquinaria correcta, para un determinado trabajo. Como el trabajador se
encuentra especializado en una máquina el puede realizar mejoras a
ellas, para aumentar su productividad.
CAPITULO II
Del Principio que motiva la División del Trabajo.
Lo
que motiva principalmente a la división del trabajo es la necesidad del
hombre de permutar, cambiar y negociar una cosa por otra.
Por
ejemplo uno nunca ha visto a dos perros intercambiar justamente un
hueso, ni los seres humanos, ni ninguna otra clase de persona hace eso.
Cuando uno necesita algo va donde la persona lo tiene y lo persuade
para obtenerlo. Dame lo que necesito y tendrás lo que deseas, es el
principio de cualquier oferta. Como necesitas permutar o comprar cosas
es que lo que origino la división del trabajo.
Hay
un ejemplo de una tribu una persona es mas hábil en hacer flechas y
arcos, generalmente los va a cambiar a otro de la tribu que sea mejor
cazador, por carne o caza y el se dedicara a la confección de arcos y
flechas. Así como esta persona es buena en hacer arcos y flechas, hay
otra que es buena en hacer la cubierta para las carpas, este es el
carpintero.
Los
hombres son iguales, la especialización en determinadas actividades no
es la causa de la división sino talvez el efecto de ella. Por ejemplo lo
hombres nacen iguales, si uno ve dos niños hasta la edad de los 8 o 10
años no hay diferencias, después de esta edad comenzaran a diferenciarse
según el grado de educación y sus gustos personales.
CAPITULO IV
Del origen y uso de la moneda.
Una
vez implantada la división del trabajo, el hombre vive en régimen de
intercambio. Las dificultades del trueque inducen a adoptar un bien
económico como dinero.
Tan
pronto como se estableció la división del trabajo solo una pequeña
parte de las necesidades de cada hombre se pudo satisfacer con el
producto de su propio trabajo. El hombre cubre sus necesidades cambiando
el remanente del producto de su esfuerzo, por otras porciones del
producto ajeno. El hombre vive así, gracias al cambio, convirtiéndose en
mercader.
Cuando
comenzó a practicarse la división del trabajo, la capacidad de cambio
se vio con frecuencia entorpecida en sus operaciones. Es de suponer que
el hombre tuviera de una mercancía mas de lo que necesitaba, en tanto
otro disponía de menos. El primero en consecuencia, estaría dispuesto a
desprenderse del sobrante, y el segundo, a adquirir una parte de ese
exceso. Si este ultimo no contaba con nada de lo que el primero podía
necesitar, no era posible un cambio entre ellos.
A
fin de evitar inconvenientes, todo hombre, procuro manejar sus negocios
de tal forma que en todo momento pudiera disponer, además de los
productos de su actividad peculiar, de una cierta cantidad de cualquier
otra mercancía, que a su juicio pocas personas podrían rechazar a cambio
de los productos de su propio esfuerzo.
Es
muy probable que para este fin se eligieran muchas cosas diferentes. En
las edades primitivas de la sociedad se dice que el ganado fue
instrumento común del comercio.
Sin
embargo, en todos los países resolvieron dar preferencia para este uso a
los metales, sobre todas las demás mercaderías. Estos eran menos
perecederos y además se podían dividir en las partes que quisiera.
El
uso de metales tenia dos inconvenientes muy grandes; primero, la
incomodidad de pesarlos, y segundo, la de contrastarlos. Para evitar
esto, facilitar los cambios y fomentar el comercio y la industria, se
considero necesario, colocar un sello público sobre aquellos metales que
acostumbraban a usar naciones para comprar todo tipo de mercaderías.
Tal es el origen de la moneda acuñada y de aquellos establecimientos
públicos llamados “Casas de Moneda”.Los primeros sellos públicos de esta
clase tuvieron como finalidad asegurar la finura y buena calidad del
metal.
Es
así como la moneda se convirtió en instrumento universal de comercio en
todas las naciones civilizadas, y por su mediación se compran, venden y
permutan toda clase de bienes.
CAPITULO V
Del precio real y nominal de las mercancías, o de su precio de trabajo y de su precio de moneda.
El
valor de cualquier bien, para la persona que lo posee y quiera
cambiarlo por otros, es igual a la cantidad de trabajo que pueda
adquirir por mediación de ese bien. El trabajo, por consiguiente, es la
medida real del valor en cambio de toda clase de bienes. El dinero
contiene el valor de una cierta cantidad de trabajo, que nosotros
cambiamos por las cosas que encierran la misma cantidad de trabajo. El
trabajo fue el precio primitivo, la moneda originaria que sirvió para
pagar y comprar todas las cosas.
La
riqueza le da a una persona los medios para adquirir poder. Su riqueza
es mayor o menor en proporción a la amplitud de esa facultad, o la
cantidad de trabajo o producto ajeno, que aquella riqueza le coloca en
condiciones de adquirir.
Pero
aunque el trabajo es la medida real del valor en cambio de todos los
bienes, generalmente no es la medida por la cual se estima ese valor. Es
mas frecuente que se cambie un artículo con otros y no con trabajo. Por
consiguiente, parece más natural estimar su valor por la cantidad de
cualquier otra suerte de mercancía, y no por la cantidad de trabajo que
con él se puede adquirir.
Desde
que el dinero se convirtió en el instrumento común de comercio, es mas
frecuente cambiar cualquier mercancía por dinero, y no por otra cosa.
El
oro y la plata, como cualquier otro bien, cambian de valor; unas veces
son más caros y otras más baratos, por esto no puede ser una medida
exacta. En cambio iguales cantidades de trabajo, en todos los tiempos,
tiene el mismo valor para el trabajador.
El
precio que paga deberá ser siempre el mismo, cualquiera que sea la
cantidad de bienes que reciba a cambio. De estos bienes unas veces podrá
comprar más y otras menos cantidad; pero lo que varia es el valor de
los mismos, y no el trabajo que los adquiere. Por consiguiente el
trabajo, al no cambiar nunca el valor, es el único y definitivo patrón
efectivo, por el cual se comparan y estiman los valores de todos los
bienes. El trabajo es su precio real y la moneda es, únicamente, el
recio nominal.
De
acuerdo con esto puede decirse que el trabajo, como los otros bienes,
tiene un precio real y otro nominal. El precio real diríamos que
consiste en la cantidad de cosas necesarias y convenientes que mediante
él se consiguen, y el nominal, la cantidad de dinero. El trabajador es
rico o pobre en proporción al precio real del trabajo que ejecuta.
CAPITULO VI
Sobre lo elementos componentes del precio de las mercancías.
Originariamente
la cantidad de trabajo es la única norma de valor, pero se ha de tener
en cuenta el mayor esfuerzo requerido y el nivel desusado (poco usual)
de destreza o ingenio. En consecuencia el producto entero corresponde al
trabajador, pero cuando se utilizan bienes acumulados, algo debe
abonarse como ganancia del empresario, y el valor de la obra se resuelve
en salarios y beneficios. Los beneficios no son simplemente salarios de
inspección y dirección.
Los
beneficios se regulan enteramente por el valor del capital empleado y
son mayores o menores en proporción a su cuantía. El beneficio de
capital forma parte del precio de las mercancías y es completamente
diferente a los salarios del trabajo.
En
estas condiciones el producto integro del trabajo nos siempre pertenece
al trabajador, si no que tiene que compartirlo con el propietario del
capital que lo emplea.
Desde
el momento en que las tierras se convierten en propiedad privada de los
terratenientes, estos, desean cosechar donde nunca sembraron y exigen
una renta hasta por el producto natural de su suelo. El trabajador ha de
pagar al terrateniente una parte de lo que su trabajo produce. Esta
porción constituye la renta de la tierra, y se halla en el precio de la
mayor parte de los artículos como un tercer componente.
CAPITULO VII
Del precio natural y del precio de mercado de los bienes.
En
toda sociedad existe una tasa corriente de salarios y de beneficios en
cada uno de los empleos distintos del trabajo y del capital. Dicha tasa
corriente se regula por el trabajo. Existe también una tasa de renta,
que se regula por las circunstancias generales de la sociedad donde se
encuentre la tierra, y en parte por la fertilidad del terreno.
Estos niveles corrientes se pueden llamar tasas naturales de los salarios, del beneficio y de la renta.
Cuando
el precio de una cosa es ni mas ni menos que el suficiente para pagar
la renta de la tierra, los salarios del trabajo y los beneficios del
capital empleado en obtenerla, de acuerdo con sus precios corrientes,
aquella se vende por lo que se llama precio natural. Por lo que
realmente cuesta.
El
precio efectivo a que corrientemente se venden las mercancías es el que
se llama precio de mercado, y puede coincidir con el precio natural o
ser superior o inferior a éste.
El
precio del mercado se regula por la cantidad de una mercancía llevada
al mercado y la demanda de quienes están dispuestos a pagar el precio
natural del artículo. Estas personas se denominan compradores efectivos,
y su demanda, demanda efectiva, ya que tiene que ser suficientemente
atractiva para que el artículo sea llevado al mercado.
Cuando
la cantidad transportada al mercado queda por bajo la demanda efectiva,
el precio se eleva sobre el precio natural; cuando excede la demanda
efectiva, el precio de mercado cae por bajo del precio natural; cuando,
es exactamente igual a la demanda efectiva, coinciden el precio de
mercado y el natural. La cantidad se ajusta naturalmente a la demanda
efectiva cuando excede dicha demanda, algunos de los componentes del
precio están por bajo de su tasa natural; cuando la cantidad es
insuficiente, algunos de los componentes del precio están por encima de
su tasa natural.
El
precio natural es el centro en torno al cual gravitan los precios
reales. La actividad económicas se adapta por si misma a la demanda
efectiva, pero, en cambio, fluctúa la cantidad producida por determinado
volumen de actividad. Las fluctuaciones afectan mas a los salarios y
utilidades que a las rentas, afectándolos en proporciones distintas,
según la oferta de artículos y de la mano de obra. Sin embargo, el
precio del mercado puede mantenerse durante largo tiempo por encima del
precio natural, a causa del deficiente conocimiento general de la
obtención de elevados beneficios o como consecuencia del empleo de
técnicas secretas en las manufacturas, que pueden operar durante largo
tiempo, o por que la disponibilidad de tierras de especial calidad, es
escasa, circunstancia que luego puede operar eternamente.
Los
monopolistas no satisfacen la demanda efectiva, para vender sus géneros
a un precio mucho más alto que el natural, y elevan por encima de la
tasa natural sus ganancias, ya sean salarios o beneficios.
Los
privilegios de las corporaciones, estatutos de aprendizaje y todas
aquellas leyes que restringen la competencia, representan una especie de
monopolio y son capaces de mantener durante siglos el precio de algunos
artículos sobre la tasa natural, sosteniendo los salarios y beneficios
por encima de su nivel natural.
El
precio del mercado raras veces se sitúa durante largo tiempo por bajo
del precio natural. Cualquiera de los componentes que se pague por bajo
de su tasa natural hará que las personas interesadas, retiren una
proporción de artículos aportados al mercado, hasta no satisfacer la
demanda efectiva. En consecuencia el precio del mercado se elevara hasta
alcanzar el precio natural.
Los
mismos estatutos de aprendizaje y otras leyes sobre las corporaciones,
obligan, cuando la industria se debilita, a bajar los salarios.
CAPITULO VIII
De los Salarios del Trabajo.
A
medida que la tierra se convierte en propiedad privada, el propietario
exige una parte de casi todo el producto que el trabajador pueda
levantar, o recoge de ella a cambio de este pago.
Cuáles
son los salarios, depende del contrato hecho generalmente entre
empleador y trabajador, intereses que no son de ninguna manera iguales:
los trabajadores desean conseguir mucho, los empleadores dar lo menos
posible.
Un
hombre debe vivir siempre de su trabajo, y sus salarios deben por lo
menos ser suficientes mantenerlo. Deben ser iguales o mayores que sus
costos.
Cuando
en un país la demanda de trabajadores, oficiales, criados de cada
clase, está aumentando continuamente; cuando cada año se emplea un
mayor número de trabajadores que el año anterior, los trabajadores
tienen todas las opciones de aumentar sus salarios. Así, la escasez de
mano de obra ocasiona una competencia entre los empleadores, que hacen
ofertas superiores para conseguir a los escasos trabajadores, y se rompe
así voluntariamente con la combinación natural de empleadores de pagar
lo menos posible.
Cuando
un trabajador independiente, tal como un tejedor o un zapatero,
obtiene, a través de su trabajo, suficiente comprar los materiales y
mantenerse, él emplea naturalmente a unos o más oficiales con el exceso.
Estas
dos acciones de aumento de bienestar individual, lleva al crecimiento a
nivel nacional. Este crecimiento continuo genera a su vez aumento de
salarios. Así, este aumento no se da en los países más ricos, sino en
aquellos que crecen continuamente.
La recompensa liberal del trabajo, por lo tanto, es el efecto necesario, y natural para aumentar la abundancia nacional.
Cada
especie de animales se multiplica naturalmente en proporción con los
medios de su subsistencia, y ninguna especie puede multiplicarse siempre
más allá de ella. La recompensa liberal del trabajo, permite proveer
mejor a los niños, y por lo tanto tener un mayor número de ellos, así,
se tiende naturalmente a ensanchar y ampliar los límites de las
familias.
La
demanda por hombres, como para cualquier otra materia, regula
necesariamente la producción de hombres. La recompensa liberal del
trabajo, por lo tanto, al aumentar, hace que también aumente la
población.
Los
salarios del trabajo son también el estímulo de la industria, que, como
cada otra calidad humana, mejora en proporción con el estímulo que
recibe. Donde están los más altos salarios, por consiguiente, siempre
encontraremos a trabajadores más activos, diligentes, y expeditivos que
en donde están bajos.
En
años de abundancia, los trabajadores dejan con frecuencia sus
empleadores, y confían en su subsistencia propia. El precio del trabajo,
por lo tanto, se aumenta con frecuencia en años de bonanza.
En
años de la escasez, por el contrario, la dificultad y la incertidumbre
de la subsistencia, hacen que toda la gente quiera volver al servicio.
Hay más gente deseando el empleo que la cantidad de gente que puede
conseguirlo fácilmente; muchos están dispuestos a tomarlo por salarios
más bajos que el normal, y por esto, éstos se hunden con frecuencia en
estos años.
CAPITULO IX
De los beneficios del capital.
Los
beneficios dependen del aumento y de la disminución de la riqueza. El
aumento del capital, que hace subir los salarios, propende a disminuir
el beneficio.
El
beneficio varia de tal modo, que es difícil averiguar cual es el
beneficio promedio de todos los negocios. Sin embargo formamos alguna
idea de ello por el interés del dinero. Se sabe que, en cualquier parte
donde se hagan grandes utilidades recurriendo al uso del dinero, se
pagara también una buena suma por utilizarlo. Por lo tanto, cuando el
interés en el mercado varía en un país, podemos asegurar que también
varían en él los beneficios ordinarios del capital, bajando si aquél
baja y subiendo si aquél sube.
Los
salarios del trabajo no han cesado de subir en el mismo periodo, y en
la mayor parte de las numerosas ramas del comercio y de las
manufacturas, los beneficios del capital han ido disminuyendo.
En
una ciudad emprendedora las personas que disponen de grandes capitales
para invertir no pueden conseguir todos los obreros que necesitan, y
compiten entre si para contratar los mas posibles; esto hace que
aumenten los salarios y disminuyan los beneficios. En caso contrario, en
las regiones donde no existe capital suficiente para dar empleo a todo
el mundo, los obreros en demanda de una ocupación compiten entre ellos.
Esto trae como resultado que bajen los salarios y suban los beneficios
del capital.
En
el caso peculiar de las nuevas colonias, se dan a la vez altos salarios
y elevados beneficios, pero probablemente estos últimos tienden a
disminuir.
La
disminución del capital de la sociedad o de los fondos destinados al
mantenimiento de la industria, rebaja los salarios del trabajo e
incrementa los beneficios del capital y, por consiguiente, el interés
del dinero. Al bajar los salarios, los propietarios de los capitales que
van quedando en la sociedad, pueden poner sus productos en el mercado
con menos gastos que antes, y como también se utiliza menos capital en
el abastecimiento del mercado, resulta que pueden vender más caros los
productos. Sus mercaderías cuestan menos y las venden por más: con lo
cual, y al aumentar los beneficios por ambos conceptos, pueden ofrecer
un interés más alto.
La
tasa más baja de beneficio debe ser más que suficiente para compensar
las pérdidas. Lo mismo debe ocurrir con el tipo de interés.
CAPITULO XI
De la Renta de la Tierra.
La
renta a pagar por el uso de la tierra, por un inquilino al dueño, es
naturalmente la más alta que éste pueda pagar. El dueño exige una renta
equivalente a toda la producción, salvo lo mínimo necesario para que el
inquilino viva, trabaje la tierra y obtenga una pequeña ganancia.
Por
lo tanto la renta por el uso de la tierra es esencialmente un precio de
monopolio. El inquilino no tiene alternativa que pagar lo que el dueño
exija. No tiene que ver con cuánto le corresponde sacar al dueño, sino
con cuánto puede pagar el inquilino.
Parte
de la producción requiere que siempre exista una demanda tal que el
precio sea superior al costo de llevar el producto al mercado más una
pequeña ganancia. Esta es capaz de pagar una renta al dueño. Otra parte
de la producción puede o no tener una demanda que permita este precio.
Esta puede o no pagar una renta al dueño. El concepto es la demanda.
Parte 1: Productos de la tierra que proporciona siempre una reta al dueño.
La
tierra casi en cualquier circunstancia es capaz de producir lo
suficiente para pagar (con el mismo producto) lo usual por el trabajo de
producirlo y los costos de llevar el resto al mercado y una pequeña
ganancia para el trabajador. Se basa en que la comida siempre tiene
demanda, particularmente por quién trabaja la tierra. Siempre queda por
tanto renta para el dueño. Mientras mejor es la tierra más
eficientemente produce y el dueño gana por dos motivos: mayor producción
y menores costos de producción.
La
renta por la tierra no sólo varía con su fertilidad (mayor producción
posible), sino también por su situación (cercanía a un pueblo o mercado,
etc.) pues requiere cubrir más labor para llevar los productos a
mercado. Cualquier mayor eficiencia en transporte (mejores caminos, o
canales) hace posible trabajar la tierra más remota. Esto rompe el
monopolio de los productores cercanos a los pueblos y favorece a los
nuevos productores, que al ser remotos, usan mano de obra más barata.
La
tierra puede producir productos de distinto precio relativo (para pagar
por el trabajo) por lo que es mejor producir uno más que otro. Maíz o
animales.
Los
precios relativos de los distintos productos de la tierra varían según
la demanda que tengan en una determinada zona o la oferta en esa zona,
los costos de oportunidad de dejar de producir un producto rentable a
cambio de otro, o incluso del periodo temporal.
Los precios de un producto pueden regular los precios de otros productos en ese mismo mercado o en otros mercados relacionados.
Se
reitera que si se les abre la posibilidad, la entrada de nuevos
productores a un mercado atractivo hace bajar el precio, particularmente
en mercados de alto precio. Estos antiguos oligopolios buscaban el
favor de los reyes para proteger sus mercados y sus ganancias evitando
la entrada de otros. Los oligopolios justificaban la petición debido a
la superabundancia del producto que querían proteger. Sin embargo, el
mercado automáticamente hubiese impedido la entrada de nuevos
productores si de verdad hubiese superabundancia. El mensaje es que el
mercado es capaz de regularlo de forma óptima.
Los
precios de los productos de la tierra que exigen mayores gastos
periódicos o mayores inversiones iniciales para permitir la producción
son regulados por los productos más comunes. La razón es que los nuevos
productos sólo pueden costar lo suficiente para compensar los costos más
elevados respecto de los otros productos. Si costasen más que eso, los
productos más comunes serían desplazados. Si costasen menos, los
productos comunes desplazarían a los nuevos. En cualquier forma, los
productos comunes regulan el precio de los más exclusivos.
Cuando
la demanda por un vino de calidad supera la oferta, ésta se vende a
quienes están dispuestos a pagar más. Por consiguiente el precio sube
por sobre el del vino común. El riesgo de perder esta producción más
costosa, parece también justificar este precio más alto.
En
estas circunstancias de productos con más demanda que oferta y con
mercados protegidos por leyes que favorecen el monopolio, se observan
también actitudes como quemar el exceso de producción para mantener los
precios altos, como con el tabaco. Estas situaciones no pueden perduran.
Eventualmente el mercado las regulará.
El
precio de los productos para los que siempre habrá demanda (productos
básicos para alimentación humana), que está asociado a la renta que paga
el inquilino al dueño para producir dicha tierra, es capaz de regular
todos los otros productos que se les relacionen en los mercados. En
Europa la renta por tierra productora de maíz, y por ende su precio,
regula la renta por todo otro terreno usado en cultivo. Esta capacidad
de regular precios o rentas exige que el terreno sea convertible entre
un producto y otro. Si no es así, el “mercado” no puede regular el
precio.
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