Programa

Economía Política CNBA - Propuesta Ricardo Romero

Presentación

El curso está estructurado para el calendario académico del Colegio y en base a los contenidos mínimos del Plan de Estudios, que se compone de tres partes y seis unidades.

El abordaje de la materia se realiza bajos dos ejes generales. En primer lugar: se exponen las diferentes corrientes teóricas del pensamiento económico, delimitando el campo de “lo económico” y la forma de abordaje del mismo, realizado por parte de la Economía Política y la Economía. Incluyendo algunas visiones de economistas argentinos. A la vez, los conceptos elaborados por las distintas escuelas se estudiaran directamente desde las fuentes bibliográficas, se analizarán su aplicación práctica tanto en su contexto histórico y como en la actualidad.


En segundo lugar, se profundizan los conocimientos aportados por el instrumental teórico y técnico desarrollados por la macroeconomía y la microeconomía. A su vez, se delimitan los mecanismos de Políticas Económicas en materia fiscal, monetaria y de comercio internacional. Se indaga sobre la formación de la economía moderna en general y la evolución de la historia económica argentina en particular. Se busca desplegar los conocimientos adquiridos, en la búsqueda de un análisis crítico al desarrollo económico actual y la viabilidad, o no, de políticas económicas alternativas.

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Propuesta Ricardo Romero

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domingo, 18 de marzo de 2012

Enfoque estructural de la inflación

Domingo, 19 de febrero de 2012
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Explicación de la inflación argentina

Enfoque estructural

Los autores sostienen que el actual proceso inflacionario es de carácter estructural. Esto es, que se trata de un proceso inseparable del esquema de desarrollo. Un Estado coordinador con el sector privado de acuerdos y controles de precios y abastecimientos.

Por Gabriel Giacobone * y Rafael A. Selva **
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Giacobone y Selva: “Para mitigar las presiones inflacionarias hace falta más Estado.”
La economía argentina atraviesa un proceso inflacionario de carácter estructural. Esto plantea dos fuertes definiciones: por un lado, el reconocimiento de un proceso de suba generalizada de precios y, por el otro, el de su caracterización como un proceso inseparable del esquema de desarrollo.
Indagar respecto de las causas de la inflación le ha llevado a la ciencia económica buena porción de su literatura, gran parte de la cual había sido olvidada tras décadas de “ajuste”, “planes de estabilización” bajo el enfoque monetarista de balanza de pagos y “reformas pro mercado” propias de modelos macroeconómicos que no tuvieron como objetivo el desarrollo.
Volver a pensar los problemas que enfrenta la economía argentina bajo una concepción desarrollista implica revisar parte de la bibliografía que había sido dejada de lado en esos mismos años. Así aparecen las distintas visiones del estructuralismo latinoamericano con un enfoque sistémico y anclado en los problemas del desarrollo de los países de la región.
En 1950, Henri Aujac situaba a la inflación como un aspecto particular dentro de la lucha de clases, definiendo a la inflación como el mecanismo que tiene el capital para bloquear un régimen popular o que exacerba las tensiones distributivas.
Unos años más tarde, Juan Noyola Vázquez escribió El desarrollo económico y la inflación en México y otros países latinoamericanos, donde expuso las premisas de lo que con el tiempo se conoció como el método de análisis de la inflación “estructural”: la inflación no es un fenómeno monetario, sino que es el resultado de desequilibrios de carácter real que se manifiestan en forma de aumentos del nivel general de precios. Este carácter real del proceso inflacionario es mucho más perceptible en los países subdesarrollados que en los países industriales. No obstante, la inflación es en cada país un problema específico y distinto, aun cuando puedan encontrarse rasgos comunes en todos ellos.
Si no se introduce en el análisis una serie de elementos derivados de la observación de la estructura y del funcionamiento de la economía de esos países, no se podrán comprender los fenómenos inflacionarios. Deben incluirse todos los elementos que sean capaces de dar origen a desequilibrios en el sistema económico.
Con esas premisas, buscando entender el proceso que involucra el fenómeno inflacionario argentino, aparecen: 1. elementos de carácter estructural, como las diferencias de productividad entre los diversos sectores de la economía; 2. elementos de carácter dinámico, como las diferencias en el ritmo de crecimiento entre los sectores y las características de la inserción internacional; 3. elementos de carácter institucional, como las formas de la competencia y de fijación de precios, el grado de organización sindical y la orientación en la intervención del Estado; y 4. elementos de carácter político-social producto del aprendizaje de la propia historia y la cultura que determinan el comportamiento y la formación social de expectativas.
Analizar la inflación bajo las premisas de este enfoque conlleva una distinción fundamental respecto de otros abordajes teóricos convencionales. Lo atrayente del enfoque, como rescata Osvaldo Sunkel, es que de esta forma las fuentes subyacentes de la inflación se encuentran en los problemas básicos del desarrollo y nos permite por lo tanto superar enfoques tradicionales de corto plazo que buscan las causas en los “abusos” del Gobierno en el gasto público, la “debilidad” del Banco Central al emitir en exceso y la “irresponsabilidad” de los sindicatos al pedir recomposiciones salariales.
Tampoco sería factible atribuir la inflación a las presiones de costos o de la demanda, pues la inflación sólo puede comprenderse como un proceso integral que incorpora muchos aspectos. Así, el incremento de los costos, la expansión de la oferta monetaria y del gasto público pasan a ser mecanismos de propagación del proceso inflacionario, aumentados endógenamente y carentes de la autonomía que le confiere muchas veces la teoría económica estándar.
La virtud de este enfoque radica, justamente, en que al ponerlos en la dimensión estricta de “fenómeno propagador” de otras presiones, que son las verdaderas causas o impulsos inflacionarios, se descalifica por ineficiente al discurso convencional que repite que “para frenar la inflación” sólo hay que, alternativamente (o todo a la vez), “enfriar la demanda”, “bajar el gasto”, “frenar la emisión monetaria”, “congelar salarios” y “subir las tasas de interés”. En una nota publicada en Entrelíneas de la Política Económica N° 31 (www.ciepyc.unlp.edu.ar) decimos que esto último es ineficiente porque atenta contra un proyecto de desarrollo, y que su eficacia sólo es cierta al costo de sacrificar crecimiento, empleo, beneficios sociales y conquistas laborales.
Lo grave de la inflación no es el aumento de precios en sí mismo, sino sus consecuencias en la distribución del ingreso y las distorsiones que pudiera traer aparejadas en las decisiones productivas y en la demanda, pensando en la necesidad estructural de orientar el excedente a la inversión y no al adelantamiento de consumo suntuario o la fuga de divisas.
Sin embargo, decir que se trata de un fenómeno estructural que forma parte de un proceso de desarrollo y que resulta necesario aceptar que la solución es más desarrollo, no quiere decir que sea imposible mitigar las presiones inflacionarias. Para esto hace falta más Estado para coordinar con el sector privado acuerdos y controles de precios y abastecimientos consistentes con incentivos fiscales y crediticios, herramientas de política comercial que impidan la transmisión de las fluctuaciones externas, acuerdos en la fijación de los salarios sectoriales y todas las alternativas que ofrezca la política económica a una política monetaria restrictiva y/o de atraso cambiario con apertura indiscriminada que sólo empieza a ser eficaz en el momento en que estrangulan el desarrollo económico
* Economista UNQ.
** Economista Ciepyc-UNLP.

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