Los alcances de la crisis europea
Publicado el 14 de Noviembre de 2011Periodista, escritor y docente universitario.
En la situación argentina los bancos tuvieron tiempo de desprenderse de los títulos basura, en cambio el default europeo afecta a bancos franceses y alemanes, y ese es precisamente lo que intentan evitar.
“¿Que no podéis resolver un problema? ¡Pues poneos a investigarlo, tanto la situación actual como su historia pasada! Una vez que hayáis investigado el problema por entero, sabréis cómo resolverlo. Las conclusiones siguen invariablemente a la investigación, no la preceden. Únicamente un imbécil se devana los sesos, solo o en grupo, para ‘encontrar una solución’ o ‘desarrollar una idea’ sin primero hacer una investigación.”
Esta nota arranca con una cita cuyo autor no se devela… todavía. ¿El motivo? Evitar que el prejuicio actúe bloqueando la lectura. Salvo que seas un erudito memorioso –el fragmento no es tan conocido– difícilmente sepas, estimado lector, de quién se trata. Por cierto, el “misterio” dejará de ser tal. Mientras tanto, la marcha de la crisis global, tras el paso al costado de Silvio Berlusconi en Italia, pone en evidencia dos datos políticos relevantes: la Unión Europea ha dejado de existir (la sobrevida del euro forma parte de la estrategia del FMI para esa muerte indigna), y el Grupo de Frankfurt ejerce el poder político total, mediante instrumentos no democráticos.
Tanto la renuncia del premier “socialista” griego (tras obligarlo a levantar el referéndum popular que debía aceptar o rechazar el préstamo de 8000 millones de euros, acompañado del novísimo ajuste), como la renuncia de Berlusconi, dieron paso a gobiernos encabezados por funcionarios de la banca internacional. Lucas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), y Mario Monti, asesor de Goldman Sachs (¿habrá asesorado la estafa de los títulos griegos?) remplazaron desgastados gobiernos parlamentarios, para reforzar la “credibilidad” de medidas increíbles. Eso sí, Monti cuenta con el apoyo de casi todos; desde el Partido Democrático (PD, “izquierda”) hasta los industriales del norte. Pueblo de la Libertad, de Berlusconi, había puesto algún reparo, pero finalmente expresó su “disponibilidad a que se confiera el encargo al senador Mario Monti para la formación de un gobierno técnico”. Monti había sido designado senador vitalicio por el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, y cuenta con el interesado apoyo del Fondo Monetario Internacional, del francés Nicolas Sarkozy y de la canciller alemana, Angela Merkel. Tanto auspicio se explica: el riesgo de que la crisis derribe a la tercera economía de la Eurozona, con una deuda de 1,9 billones de euros (120% del Producto Bruto Interno) los intranquiliza bastante.
Papademos, por su parte, un economista de 64 años, encabeza el gobierno de “unidad nacional” que acordaron el partido socialista PASOK y el conservador Nea Dimokratia (ND). El pacto cuenta con el impresentable respaldo del movimiento ultranacionalista LAOS, de marcado corte xenófobo. Los tres partidos disponen de 254 legisladores sobre un total de 300. Y sólo rechazaron este “acuerdo nacional” los líderes de los pequeños partidos de izquierda. Como se ve, las dos escenas políticas –la griega y la italiana– parecen clonadas, sólo resta conocer la fuente de la duplicación.
El Grupo de Frankfurt (G de F) analizó hora a hora la escandalosa odisea griega, y le torció el brazo a Papandreu. Decidió, asimismo, la suerte del premier italiano Silvio Berlusconi; orquestó la supervisión del FMI a las políticas presupuestarias de Roma y dejó en evidencia que son la fachada política de la bancocracia internacional. El G de F está integrado por el presidente Nicolas Sarkozy, la canciller Angela Merkel y sus respectivos ministros de finanzas; sin olvidar a Christine Lagarde, directora del Fondo Monetario Internacional; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso; el presidente del Consejo de Europa, Herman Van Rompuy; el nuevo presidente del Banco Europeo, Mario Draghi, y Jean Claude Juncker, que lidera los 17 países del euro grupo. Fueron ellos los que decidieron retener la ayuda de 8000 millones de euros a Grecia hasta que el referéndum del entonces premier Papandreu se desarticulara. Esta orden, sin mandato común, anuló la decisión adoptada por los 17, que habían aprobado el paquete de rescate, los mismos que no fueron consultados y ejercer así esta “monumental presión” sobre la sociedad griega. Así funciona la nueva democracia de la Unión Europea.
Sin estructura ni secretariado, lo único oficial eran unas acreditaciones donde se leía G d F. Sin disponer de ese cartelito era imposible atravesar las medidas de seguridad en la cumbre de Cannes. Gran Bretaña – excluida del vital centro de decisión– anunció que adoptará las debidas precauciones “ante una eventual caída del euro”. Como eso ya sucedió, el pataleo no sólo resulta inconducente, ante el Politburó europeo, sino que delata una doble impotencia: la británica, y la de todos los demás.
El alejamiento de Berlusconi fue indirectamente explicado por Lagarde, sostuvo la directora del FMI: “El problema en Italia es que las medidas adoptadas no tienen credibilidad. Pero Italia no quiere fondos.” Para arrimar credibilidad el gobierno de “un técnico”, y por si no alcanzara su inminente arribo a Roma. Esto es, iniciar el ciclo de supervisión del incumplible presupuesto italiano trimestralmente, por parte de las autoridades del FMI.
Claro que dentro del fondo también se cuecen habas. La presión del BRIC para aportar más dinero a cambio de mayor poder, tensó una cuerda nada distendida. Alemania y Estados Unidos se opusieron a la ampliación solicitada. Angela Merkel y el presidente Barack Obama lo acordaron mediante una conversación telefónica, y Lagarde prefirió evadir la cuestión de los aportes de BRIC, ante los periodistas, insistiendo que se habían acordado “fondos suficientes”. Aclaró, aun así, que todavía no había recibido el dinero del 80% de los países miembros, para cumplimentar la cuota que se incrementó en 2010 para 2011. Un nuevo aporte de fondos modificaría el reparto del poder interno en favor de China, y eso es lo que intenta evitar Merkel, con el respaldo de Obama. Todo quedó claro cuando Lagarde admitió que China piensa en la formación de un trust o tercer fondo, que podría servir como proveedor financiero, si la crisis, como se espera, pegara un nuevo salto. Dilma Rousseff, la presidenta brasileña, advirtió que aportaría más dinero al FMI, pero no a los fondos europeos de emergencia. Es decir, refuerza la postura de Beijing.
EL DEBATE DE FONDO. La solución de la crisis impulsada por el G de F no tiene nada novedoso. Sacrifica la Unión Europea, ya que la rigidez de la convertibilidad monetaria (monedas nacionales con paridad fija contra el euro) resulta insostenible sin que el Banco Central Europeo asuma toda la deuda como propia. La solución era y es técnicamente simple: emitir un título único a 30 años al 2% de interés anual, a cambio de todos los títulos “nacionales”. Como el precio seguramente caerá brutalmente, recomprarlo con dinero de BCE (esa es la quita de mercado) y una vez estabilizado, pagarlo en las nuevas condiciones.
Pero el BCE no presta dinero a los estados miembros, pero sí lo hace a la banca privada. De modo que funciona en los hechos como un instrumento cooptado por la bancocracia globalizada. El motivo de tal negativa es simple: perjudica a los bancos. En la situación argentina los bancos tuvieron tiempo de desprenderse de los títulos basura, en cambio el default europeo afecta a bancos franceses y alemanes, y eso es precisamente lo que intentan evitar. Si para garantizar ese interés es preciso privatizar empresas públicas y flexibilizar condiciones laborales, lo harán. Sobre todo, porque esa es otra fuente de ganancias extraordinarias: el saqueo de Europa. Y por último, la cita inicial pertenece a los escritos de Mao Tse Tung, y conviene tenerlo en cuenta. <
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